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“Catana, mi pueblo, te llora Carlos Tovar Morales, adiós a un gran líder”

No había querido escribir sobre la triste partida de Carlos Tovar Morales, un hombre de convicciones propias, independiente, y quizá con uno de los corazones más nobles que haya podido conocer, pero la eterna seño Zaida, mi madre, me animó.

Carlos tenía el don de la amistad, pues aunque yo siempre lo identifiqué como de Izquierda, tenía amigos de la derecha, ultraderecha, de los apolíticos. En realidad era amigo de todos. Lo recuerdo bien de joven cuando mi papá, Anuario Therán Ruíz hacía política y llegó a la Alcaldía con apoyo de los liberales Bohanerges Díaz Sanjuan (F), don Víctor Pardo (F), Leonardo Vitola, Julián Torregrosa “Jullito” (F), Agustín Cabarcas (F) y otros porque no ocultaba el amor por Santa Catalina y siempre tenía algo que decir a la autoridad. Recuerdo que siempre hablaba de cómo mejorar la vida de los campesinos, ayudándolos con tierras y semilla; y en general de las afectaciones que sufríamos todos los que vivíamos en ese pueblito por la falta de agua potable y por otras tantas carencias, que siguen aquejando a sus pobladores. Siempre quiso ser Alcalde, pero no se le dio, a pesar de que se lanzó en varias oportunidades. Recuerdo que una vez sacó más de 200 votos y se sintió respaldado, y dio las gracias, uno a uno a todo el que le confío su voto.

Buen conversador, respetuoso, amable, humilde, de baja estatura, pero con la estatura moral de un gigante. Sabía dar su punto de vista sin pelear. En varias ocasiones me lo encontré en las afueras de la Olímpica de La Matuna, en el puesto donde vendía su delicioso suero atoyabuey y el queso bajo en sal, y nos lamentábamos por la mala suerte de nuestro pueblo aún sin agua potable, ni alcantarillado y con un problema latente, la droga haciendo mella en nuestros jóvenes.

Siendo un niño recuerdo que cuando las fiestas en corraleja las hacían en la plaza y con un palco pequeño lo vi torear por allá por los años 80. Ese día el primer día de toros, salió a la arena el entonces joven torero, con su sombrero de cuero, vestido con un pantalón azul, de terlenka, ceñido, bota ancha, un camisa de flores de varios colores, que le gritó con voz de trueno a un toro grande y negro, de cachos enormes, que decían que estaba enrazado con miura: ¡jaaaaaaa toroooo!. La bestia, pese a que sonaron los voladores, se lo quedó viendo y le demostró su rabia con los bramidos que terminaron asustando a mi amigo Eder Canoles Bustos y a mí , quienes salimos corriendo por la calle, pero uno de las mujeres que acompañaban la caseta “Carola” nos detuvo y nos escondió. No pude ver la hazaña de Carlos Tovar, pero si sentí la algarabía y los aplausos del publico que se fundían con la inolvidable voz del narrador Marchena (F) de Sabanalarga.

Roque Guevara, su cuñado, confirma que Carlos llegó a Santa Catalina en los años sesenta con su familia a trabajar en una finca. Su carrera como torero no fue muy larga, pues toreó en Clemencia, Santa Cruz y otros pueblos circunvecinos. Además, vendió rifas, negociaba cerdos y los productos lácteos que él mismo elaboraba con pulcritud, pero nunca dejó de ser líder y político. Por los años 90 le hizo campaña al M-19 y se le cumplió el último deseo de ver a Gustavo Petro ganar la presidencia. Decía que ahora estaba mandando el pueblo.

En los últimos años, ya enfermo de los riñones, pude verlo montar un corcel blanco, que se parece al caballo que monta Simón Bolívar en los retratos. Recuerdo que lo saludé y hablamos por varios minutos del futuro de Santa Catalina, su esposa, hijos y nietos, su más grande orgullo.

He leído con detenimiento cada comentario publicado en las redes sociales y todos son de lamentaciones por la absurda partida de un hombre bueno, manso como un buey y con criterio, que luchó cada día de su vida por su familia. Aunque nació en un corregimiento de Tolú (Sucre) fue catanero por adopción. Al igual que mis paisanos, me ha dolido su muerte a manos de un taxista irresponsable que lo atropelló cuando conducía a gran velocidad después de volarse un semáforo en Lo Amador, y lo lanzó a otro carro donde su cuerpo casi inerme cayó. Fue atendido en un centro hospitalario, pero finalmente murió por la gravedad de las heridas. Mis sinceras condolencias para sus hijos y su familia.

 Adiós, Carlos Tovar, seguramente al lado de Dios seguirás bregando por Santa Catalina, el pueblo que hoy te dará el ultimo adiós y te llora.

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