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Entre la esperanza y la desolación: La triste realidad de la explotación infantil en el corazón de Cartagena

“En lo corrido del 2023 un total de 449 niños, niñas y adolescentes han sido dejados bajo protección de la Comisaría de Familia para el restablecimiento de sus derechos, tras ser encontrados ejerciendo mendicidad, trabajo infantil y en situación de calle”

En el vibrante corazón del Centro Histórico de Cartagena, donde las calles empedradas evocan siglos de historia y cultura, un oscuro episodio revela la sombría realidad que algunos prefieren ignorar. Bajo el manto protector del Plan “ZOÉ + PREVENCIÓN”, que busca salvaguardar la inocencia de nuestros niños y adolescentes, la Policía Metropolitana de Cartagena muestra un perturbador caso de explotación infantil que ha dejado a la comunidad consternada.

La protagonista de este relato es una una joven de 22 años, cuya juventud debería ser un sinónimo de esperanza y oportunidades. Sin embargo, sus acciones han arrojado una luz cruda y desgarradora sobre la realidad de la vulnerabilidad infantil en la ciudad. Sorprendentemente, esta mujer, en lugar de ser una protectora de sus hijos de 6 y 7 años, los ha sumergido en un abismo de explotación.

La trama se desenvuelve en las estrechas callejuelas que rodean los restaurantes y tiendas de la zona. Acompañada por sus pequeños, la mujer implora por una moneda, apelando a la compasión de los clientes que ingresan a estos establecimientos. Pero tras esa aparente solicitud, se oculta un oscuro designio: el aprovechamiento inhumano de la candidez infantil.

Las autoridades de Infancia y Adolescencia, conscientes del daño infligido a estos niños, han intervenido de manera contundente. Los pequeños, rescatados de la trampa cruel que su propia madre había tendido, encuentran refugio en la cálida protección de la Comisaría de Familia. Allí, en el silencio de las conversaciones confidenciales y las manos amigas, se inicia el proceso de restaurar sus derechos arrebatados.

Este sombrío relato cobra una dimensión aún más alarmante al conocer las cifras que atestiguan la magnitud del problema. En lo que va del año, 449 niños, niñas y adolescentes han sido arrebatados de las garras de la mendicidad, el trabajo infantil y la desolación en las calles de Cartagena. Una cifra que trasciende la frialdad de los números para revelar el rostro de cada joven víctima que anhelaba, sin saberlo, un futuro más prometedor.

El comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, el Coronel Wharlinton Gualdrón Gualdrón, emerge como una voz decidida en medio de este caos. Asegura que se desplegarán operativos y estrategias sin tregua, con el firme propósito de resguardar la fragilidad de la infancia y adolescencia en la ciudad. Invita a cada ciudadano a convertirse en un guardián vigilante, denunciando cualquier acto que amenace la integridad y los derechos de los más jóvenes.

Así, entre las murallas que han resistido el paso de los siglos, se libra una nueva batalla: la lucha por preservar la pureza y la inocencia de aquellos que deberían estar protegidos por el amor y el cuidado de sus seres más cercanos. En este rincón de Cartagena, la esperanza y la desolación se entrelazan, pero la comunidad alza la voz, decidida a no permitir que la oscuridad opaque el brillo del futuro de sus niños.

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