Tras años de incertidumbre, de vivir entre tablas y techos improvisados, y de cargar con el estigma de habitar un predio invadido, 33 familias de Chambacú iniciaron este jueves una nueva vida. Lo hacen bajo la figura de una reubicación concertada, liderada por la Alcaldía de Cartagena, que les abre las puertas de una vivienda digna y legal en otros sectores de la ciudad.
El proceso se centra en el sector conocido como El Papayal, frente a Muebles Jamar, donde durante décadas las casas de madera, los talleres, estaderos y parqueaderos ocuparon de manera irregular terrenos del Distrito. En enero de este año, la Inspección de Policía de la Comuna 2 había ordenado el desalojo de 7.404 metros cuadrados de espacio público. Pero el alcalde Dumek Turbaytomó una decisión clave: antes de recuperar esos terrenos, garantizar primero que ninguna familia quedara desprotegida.
“Hoy es un día feliz porque llevamos dignidad a la vida de cartageneros que no merecen ser estigmatizados ni llamados ‘mafia de viciosos o rateros’. Son ciudadanos que vivieron en un cordón de pobreza, y nuestra obligación es garantizarles un techo digno y todo el respaldo para que empiecen una nueva etapa”, dijo el mandatario.
Del cordón de miseria al derecho a la vivienda
La reubicación involucra a 33 familias, de las cuales nueve ya salieron de Chambacú entre ayer y hoy, mientras que las demás completarán su traslado en los próximos días. Todas fueron previamente caracterizadas y acompañadas por la Secretaría del Interior, el PES y Corvivienda, en un proceso integral que incluyó jornadas psicosociales, pedagogía social y preparación para la vida en comunidad.
“Necesitábamos un cambio en la vida de nosotros. Allá no teníamos agua, casi no había luz y vivíamos rodeados de roedores. Aquí en el Giomar todo es distinto: tenemos seguridad, servicios básicos y la tranquilidad de que nuestros hijos pueden crecer mejor”, relató Jaime Torres Cassiani, uno de los beneficiados.
A su lado, David Bustamante asegura que sus hijos pasaron “del 0 al 100”, porque ahora tienen colegio cerca y un entorno más sano para crecer. Carmen Geliz, otra vecina, añadió: “En Chambacú los niños vivían expuestos a enfermedades. Hoy, tener una casa digna cambia todo”.
El edificio Giomar: símbolo de un nuevo comienzo
En el barrio 13 de Junio se levanta el edificio Giomar, un conjunto de apartamentos con dos habitaciones, baños, cocinas enchapadas y servicios básicos. Hasta allí se han trasladado las primeras ocho familias que habitaban en las llamadas Pesebreras de Chambacú.
Este nuevo hogar les ofrece más que paredes y techos: es la oportunidad de construir comunidad, tejido social y un proyecto de vida distinto. De hecho, el Distrito desarrolla un programa pedagógico que combina cuatro ejes: el técnico habitacional, el psicosocial, el fortalecimiento de la economía familiar y la construcción de tejido social.
“Además de recuperar este espacio en Chambacú para el disfrute colectivo, buscamos preservar derechos y dignificar la vida. En Cartagena no hay ciudadanos de segunda, todos merecen oportunidades”, afirmó Jorge Redondo, director del PES.
Una ciudad que respira futuro
La gerente de Corvivienda, Gissela Román Ceballos, recalcó que este proceso es más que una reubicación: “Cartagena es la casa de todos, y todos debemos velar para que la convivencia sea la mejor. Con estas familias estamos construyendo futuro”.
Por su parte, el secretario del Interior, Bruno Hernández, aseguró que el acompañamiento no termina con el traslado: “La administración seguirá apoyando la adaptación y convivencia en cada nuevo hogar, porque lo esencial no es solo entregar una vivienda, sino garantizar que allí florezca la vida en comunidad”.
Epílogo: del estigma a la esperanza
Chambacú —ese rincón marcado por la precariedad, el desarraigo y el estigma— empieza a escribir una nueva página. Las tablas, los techos de zinc y la inseguridad quedan atrás. En su lugar, se levantan apartamentos con puertas abiertas al futuro.
El edificio Giomar se convierte así en símbolo de dignidad y renacimiento: un espacio donde los niños que antes corrían entre charcos y basuras hoy corren tras un balón en un patio limpio, donde las familias que vivían vigilando para que no les robaran sus pocas pertenencias ahora pueden dormir tranquilas.
De Chambacú se van para el Giomar. Y con ellos, se traslada también la esperanza de que la ciudad, poco a poco, puede reconciliarse con sus propios olvidos.