Las aguas del río Magdalena volvieron a ser camino y promesa. No rugían, sino que susurraban con fuerza ancestral mientras el Buque ARC Golfo de Urabá avanzaba pueblo a pueblo, llevando salud, justicia y bienestar a más de 10.000 bolivarenses que habitan las orillas invisibles del sur del departamento. La travesía “Navegando al Corazón del Magdalena: Me enamoro de Bolívar”, liderada por la Gobernación de Bolívar y la Armada Nacional, culminó en Pinillos, con un mensaje claro: cuando el Estado se embarca con el pueblo, el olvido se convierte en acción.
Durante quince días, el río fue escenario de esperanza. El buque zarpó desde Cartagena con 200 voluntarios, 20 aliados institucionales y toneladas de ayuda médica, jurídica y humanitaria. La ruta cubrió 180 millas fluviales, tocando las orillas de los municipios de San Cristóbal, Pinillos, Zambrano, y los corregimientos de Tacamocho, Roble y Porvenir, donde por años la presencia institucional había sido intermitente o, en algunos casos, nula.
“Traje a mi papá a una consulta con neurología, cita que llevábamos meses esperando sin suerte. Hoy, gracias a esta brigada, fue atendido y ya tiene sus medicamentos asignados”, relató emocionado el hijo de uno de los adultos mayores beneficiados en Pinillos.
El impacto fue tangible: consultorios jurídicos móviles, atención en medicina general, optometría, neurología, y la entrega de medicamentos esenciales transformaron la rutina de cientos de familias. Para muchas de ellas, esta era la primera vez que recibían atención especializada cerca de casa.
“El recorrido ha sido maravilloso. Más de 10.000 bolivarenses atendidos, 200 voluntarios, 20 aliados, una logística impecable para cumplir el propósito del gobernador Yamil Arana: llegar donde el Estado antes no llegaba”, señaló Javier Doria, secretario del Interior del departamento.
En cada parada, las comunidades se volcaron al río como en las viejas épocas en que las chalupas traían cartas y remedios. Hoy, fue un buque imponente, pero el gesto fue el mismo: presencia, escucha, cuidado. La Armada Nacional, pieza clave de esta operación humanitaria, no solo facilitó el transporte y la logística, sino que también aportó su vocación de servicio en cada jornada.
“Zarpamos con la misión clara y regresamos con el corazón lleno. Las entidades cumplieron y la Armada Nacional también. Bolívar puede sentirse orgulloso de lo que logramos juntos”, afirmó el teniente Juan Norato, comandante del Buque ARC Golfo de Urabá.
La travesía no solo dejó cifras: dejó historias. Mujeres que por primera vez accedieron a un chequeo médico. Niños que recibieron lentes y libros. Campesinos asesorados sobre sus derechos de tierras. Líderes comunitarios que, entre abrazos, agradecieron que el río volviera a ser vínculo.
En total se navegaron 180 millas por el río Magdalena llegando a través del programa Justo Bolívar a seis poblaciones, los municipios de San Cristobal, Pinillos, Zambrano y los corregimientos de Roble, Tacamocho y Porvernir.
Este esfuerzo fue posible gracias a la articulación interinstitucional entre la Gobernación, la Armada Nacional, entidades del sector salud, justicia, educación y organizaciones de la sociedad civil.
El gobernador Yamil Arana Padauí, desde el inicio de su mandato, ha reiterado que el sur de Bolívar merece la misma atención y dignidad que cualquier capital. “Este no es un gesto simbólico. Es una política de presencia, de servicio y de compromiso”, ha dicho en sus intervenciones públicas.
Navegar para transformar
“Navegando al Corazón del Magdalena” no fue solo una expedición fluvial. Fue una declaración de principios: el desarrollo no puede ser exclusivo de las ciudades. Tiene que moverse, remar, cruzar caños, entrar a las veredas. Y eso fue lo que ocurrió. Con compromiso, logística y corazón.
El retorno a Cartagena fue el cierre de una página, pero también la apertura de un nuevo capítulo. Bolívar seguirá navegando hacia su gente. Porque cuando el Estado llega en chalupa, en buque o a pie, también llegan la dignidad, los derechos y el futuro.
