Con el sol del mediodía brillando con fuerza sobre las calles del barrio La María, Ornella, como todos los días, hoy se preparaba para recibir a los 200 comensales que llegan puntuales en busca de un plato de comida.
Carmen Cecilia Mattos Ortega, más conocida por todos como Ornella, ha convertido su hogar en un refugio para quienes más lo necesitaban. Pero hoy, algo diferente se respiraba en el ambiente.
Ornella, una enorme morena, con sus manos curtidas por el trabajo y el corazón lleno de esperanza, no imaginaba que su dedicación estaba a punto de recibir un reconocimiento inesperado. Sin previo aviso, el gobernador de Bolívar, Yamil Arana Padauí, llegó hasta su puerta, cargado de víveres y con una sonrisa que reflejaba admiración. La sorpresa fue tan grande que a Ornella le costó procesar la realidad: el mismo hombre que había conocido meses atrás, cuando fue invitado a cocinar en el aniversario de Cartagena, estaba ahí, en su humilde comedor, cumpliendo la promesa que le había hecho.
“Ornella es un ejemplo de mujer resiliente, digna de recibir todo el apoyo para su proyecto social”, dijo el gobernador mientras observaba con respeto el trabajo que ella realizaba día tras día. Aquella cocina, pequeña y calurosa, había sido testigo del esfuerzo incansable de una mujer que, a pesar de las adversidades, nunca dejó de creer en la bondad y en la fuerza de la comunidad.
El mandatario no solo trajo alimentos para que Ornella pudiera seguir apoyando y alimentando a su comunidad, sino que también le dio una noticia que cambiaría su vida: su hogar, ese espacio que compartía con tantos de sus semejantes, sería mejorado a través del programa de mejoramiento de vivienda del departamento. Las condiciones de su casa se transformarán para que el comedor comunitario pueda recibir a más personas con mayor comodidad.
La emoción de Ornella se hizo palpable. Sus ojos, que habían visto tantas dificultades, ahora brillaban con una nueva esperanza. “Con el favor de Dios, quiero que este proyecto crezca, que más niños y jóvenes se beneficien”, dijo con la voz entrecortada por la emoción.
Yamil Arana, conmovido por la historia de esta mujer, no dudó en usar sus redes sociales para convocar a quienes quisieran sumarse a la causa. La solidaridad se convirtió en un llamado, y el comedor de Ornella, en un símbolo de lo que puede lograrse cuando se trabaja con amor y dedicación.
El día terminó con la promesa de un futuro mejor para Ornella y su comunidad, un futuro que, gracias al apoyo del gobernador, se veía más brillante y lleno de posibilidades. Pero, sobre todo, quedó la certeza de que en el corazón de Bolívar, las acciones solidarias y el compromiso con los más vulnerables seguían siendo el motor que impulsaba el cambio. Antes de que el gobernador partiera a cumplir otros compromisos, Ornella susurró: “aquí sembraron esperanza”.