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Una ciudad que despierta con fe: Cartagena celebra con fervor a la Virgen del Carmen

Antes de que saliera el sol, cuando el murmullo de la ciudad aún dormía y la brisa del mar acariciaba las primeras luces del día, Cartagena ya estaba en pie. A las 4:00 de la madrugada, en el corazón del barrio Blas de Lezo, resonaron los primeros cánticos, los aplausos y las oraciones que dieron apertura a la alborada en honor a la Virgen del Carmen. Así inició una jornada cargada de fe, devoción y memoria colectiva.

La imagen de la Virgen —patrona de los conductores, los marineros, los aviadores, los pescadores y de la Policía Nacional— fue escoltada por decenas de feligreses que, con velas en mano y escapularios al cuello, caminaron las calles del sector como cada 16 de julio. La procesión, organizada por la Parroquia Nuestra Señora de la Consolata y la Junta de Acción Comunal, culminó en el parque de la Virgencita, un espacio que se ha convertido en altar barrial y punto de encuentro espiritual.

Miguel Ángel Redondo Mendes, devoto y residente del barrio, lo resume con emoción: “Para Blas de Lezo, la Virgen del Carmen representa la unión. Es nuestra guía desde que el barrio fue fundado. La sentimos parte de nuestra historia”. Palabras que se repiten en la voz cálida de Concepción Coneo de la Hoz, quien desde hace años hace parte de la Asociación Directiva de la Virgen: “Esta fiesta la vivimos con el alma. Desde el 7 de julio rezamos la novena y hoy es el gran día. La gente viene a bendecir sus objetos, a entregar promesas, a agradecer por los favores recibidos”.

Otra alborada

Al mismo tiempo, en la zona turística de Bocagrande, El Laguito y Castillogrande, otra alborada encendía la celebración. Una caravana de vehículos adornados con imágenes, flores y globos partía desde el Parque María Mulata. Conductores con pañuelos blancos en mano hacían sonar sus pitos no por impaciencia, sino por gratitud: rendían homenaje a su protectora del camino. Allí, el padre Julio César Muñoz, párroco de la iglesia Santa María del Mar, dirigía una sentida bendición a quienes se encomendaban a la Virgen antes de comenzar su jornada.

“Este día nos invita a renovar la fe, a vivir la espiritualidad más allá de la costumbre. La Virgen del Carmen no es solo un ícono, es una madre que acompaña, que vela por quienes trabajan en el mar, en las carreteras, en el cielo. Celebrarla es también cuidar de nosotros, de los demás, y vivir en armonía con nuestra ciudad y con Dios”, dijo el sacerdote.

La jornada continuó con procesiones a pie y misas solemnes en el Centro Histórico, donde la Catedral Santa Catalina de Alejandría abrió sus puertas para recibir a cientos de fieles. Pero fue el mar el que guardó uno de los momentos más simbólicos del día: la procesión náutica. Desde el Muelle de La Bodeguita, embarcaciones adornadas con banderas y flores partieron hacia la imagen de Stella Maris (Estrella del Mar), ubicada en el centro de la bahía interna. Una tradición que une a Cartagena con su vocación marinera y espiritual, reafirmando su lugar en la Red Mundial de Turismo Religioso.

Desde la Alcaldía Mayor, a través de Corpoturismo, se agradeció a la Arquidiócesis de Cartagena y a las parroquias organizadoras por mantener viva esta celebración que, más allá de su carácter religioso, enaltece el alma de una ciudad donde la fe se camina, se navega y se canta.

Porque hoy, Cartagena no solo recordó a su Virgen. Hoy, Cartagena oró, se encontró y celebró. Como cada año, con el corazón en alto y la mirada al cielo.

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