Icono del sitio Cartagena en Linea

Valerie Tatiana: la reina que siembra esperanza

En el barrio La Esperanza, allá donde las calles se llenan de risas de niños y de voces que se confunden con la música de cada esquina, una joven camina con la frente en alto. Lleva una sonrisa amplia y unos ojos que hablan más que cualquier discurso. Se llama Valerie Tatiana de Ávila Pérez, tiene 18 años, síndrome de Down, y un sueño que va mucho más allá de una corona.

Valerie representa a su barrio en el Reinado Juvenil de Cartagena, pero su verdadera apuesta no está en el brillo de los vestidos ni en los aplausos de la tarima. Ella decidió convertir su candidatura en una causa: un proyecto al que llamó “Semillas de Inclusión”, con el que quiere abrirle caminos a otros jóvenes con discapacidad intelectual y cognitiva, para que encuentren en la vida algo más que barreras.

“Las semillas crecen si se riegan con amor”, dice Valerie con sencillez, mientras explica su idea. Y uno entiende que no habla solo de proyectos ni de planes sociales: habla de ella misma, de su historia, de los días en que la vida pareció cerrarle puertas, pero en los que su familia y su barrio decidieron regarla con cariño hasta verla florecer.

Un sueño sembrado desde niña

Desde pequeña, Valerie soñaba con ser reina. En los juegos con sus hermanos, en los espejos de su casa, ya desfilaba con gracia. No fue fácil: escuchó demasiados “noes” de agencias y colegios que la subestimaron. Pero aprendió a maquillarse sola, a ensayar pasarela con videos de YouTube, a entrenar frente al espejo con una disciplina que no admite excusas.

Hoy, cada vez que sube un TikTok bailando o cantando, miles descubren en ella algo más que carisma: una voluntad inquebrantable de mostrarse como es. Su autenticidad se volvió su mejor pasaporte para abrirse paso en un mundo donde la belleza muchas veces se mide con patrones demasiado estrechos.

La reina del barrio

En La Esperanza, todos la llaman simplemente “Valerie”. Y cuando habla de inclusión, los vecinos la escuchan con respeto. “Ella nos está enseñando a ver la vida de otra manera”, dice doña Marta, una mujer que la ha visto crecer desde niña. Para su madre, Tatiana Patricia, la mayor corona ya está ganada: “Ella siempre quiso ser reina. Lo es, porque inspira”.

El barrio se ha convertido en su plataforma. No hay ensayo en el que no esté rodeada de niños, curiosos o amigos que la animan. Porque la comunidad entendió que Valerie no compite solo por ella, sino por todos aquellos que alguna vez fueron invisibles.

Semillas para el mañana

Su proyecto, Semillas de Inclusión, busca algo sencillo y poderoso: mostrar que las personas con discapacidad intelectual tienen talentos que florecen si encuentran apoyo. Sueña con talleres de arte, de danza, de oficios que les permitan vivir con dignidad. Sueña con una ciudad donde las diferencias no sean motivo de exclusión, sino de encuentro.

Cuando habla de estas semillas, Valerie lo hace con la convicción de quien ya aprendió que no hay barrera que pueda más que un sueño sostenido en el tiempo. Y en su voz no hay quejas, solo esperanza.

Una corona distinta

El día en que desfile, Valerie no llevará únicamente la banda del barrio La Esperanza. Llevará sobre sus hombros la causa de muchos. Porque más allá del veredicto de un jurado, su mayor triunfo ya está en marcha: cambiar la manera en que Cartagena mira la inclusión.

Valerie Tatiana es reina, sí. Pero no de las que se eligen solo por la belleza de un vestido. Es reina de lucha, de ternura, de esperanza. Una reina que siembra semillas invisibles que germinan en quienes la conocen. Y que nos recuerda, con su ejemplo, que la verdadera belleza no se lleva en la corona, sino en el alma.

Salir de la versión móvil