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Yeison, ‘El Heredero de la Cumbia´: ¡Landero vive!

Foto @juanse_perez


Sonriendo con la sinceridad de siempre, Andrés Landero, con su sombrero vueltiao, ‘El Rey de la Cumbia’, le agarró la cabeza a su nieto Yeison Landero con cariño y le dijo: “Hoy te subes en esa tarima”. El entonces niño sonrió un poco asustado y se refugió en las manos ásperas de su abuelo y se metió en su entrepierna como buscando afecto.

Eran las 9 e la noche de un viernes de abril de 1999 en el sitio conocido como Coco&Miel que estaba ubicado cerca de la Bomba del Amparo, precisamente donde hoy funcionan negocios de lenocinio, varios periodistas que habíamos sido invitados por Jorge Luis Vasquez Viana, un abogado sanjacintero amante de la música y del folclor, que, además fue uno de los mejores amigos del Rey de la Cumbia, escuchábamos con atención los relatos de semejante personaje, sin saber que ese día le entregaría su legado al mozalbete que para la época debía estar sobre los 10 años.

Recuerdo que mi amigo, colega y compadre, Juan Carlos Díaz Martínez, interpelaba con Andrés Landeros, Andrés Frías, Benjamín “Mincho” Paternina y otros colegas de la radio. Esa noche Andrés Landero se conmovió al escuchar la portentosa voz del gran “Tony Galofre” acompañado de su mariachi. Un famoso locutor, nada menos que Ricardo Peñuela (F), hizo la presentación de Landero, quien subió a la pequeña tarima acompañado de los músicos de planta del bar que manejaba con tino el abogado Piti Bejarano”.

Landero, que en ese entonces tenía 65 años, estaba firme. Acudió al llamado y dejó a su nieto al cuidado de Jorge Luis Vásquez Viana y entonces se puso el acordeón en el pecho y comenzó a tocar la cumbia “Mi Machete” con su voz natural y afinada. Los asistentes a Coco&Miel estallamos en júbilo y dimos gracias a Dios por permitirnos estar ahí en ese preciso instante siendo espectadores de tan exquisito espectáculo. Después de los aplausos, el vocerrón de Peñuela anunció que el maestro tocaría Flamenco, una canción que Landero dedicó a su amiga, la negra “Mite”, que aún vive en ese corregimiento de María La Baja. Los aplausos y los gritos alegraron tanto al maestro, que decidió llamar a su nieto Yeison para que tocara una canción. Entonces, la habilidad del animador, Ricardo Peñuela, le permitió bautizar el momento advirtiendo que ‘El Rey de la Cumbia’ estaba entregando su legado a Yeison. El niño ejecutó con habilidad Las Miradas de Magali y La Pava Congona, canción insigne de Landero, por lo auebel éxtasis se apoderó del momento. No recuerdo bien, pero un grupo de sanjacinteros bajó a Yeison en hombros de la tarima. Ese día Peñuela lo bautizó como el Heredero de la Cumbia.

Un año después Andrés Landero, que según el periodista Juan Carlos Díaz Martínez, es el músico que resume la pureza del folclore sanjacintero, falleció Cartagena, tras sufrir un infarto fulminante.

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Veintitrés años después, al llegar a un evento en el hotel Estelar de Cartagena, el sonido de un acordeón del que salían los sonidos onomatopéyicos  de varias aves, trajo a mi memoria ese encuentro porque a lo lejos podía verse a un acordeonero con su sombrero vueltiao encima interpretar con el alma, perfecta y magistralmente. Era Yeison Landero, ‘El Heredero de la Cumbia´, tocando esa obra que su abuelo compuso y en la que plasmó el canto de las aves silvestres que alegraban los días en las montañas sanjacinteras: “La Pava Congona”.

Luego de admirar ese talento y analizar con detenimiento el nuevo sonido de la cumbia, acompañado de su majestad la gaita y la percusión natural, logré entrevistarlo, después que los asistentes se cansaron de tomarse fotos.

Yeison Landero tiene la estampa de su abuelo, se la transmitió su madre Araceli. A pesar de sus logros en materia musical replicando la obra de su abuelo, pero también poniéndole su propio sello, la humildad le brota por los poros.

Este joven, quien estudió música en la Escuela de Bellas Artes y derecho en la Universidad de Cartagena, comenzó a tocar acordeón a la edad de siete años y cuenta que su maestro fue, precisamente, su abuelo, quien todos los días tempranito viajaba de San Jacinto a San Juan a enseñarle, siempre con la recomendación que debía ensayar para perfeccionarse y alcanzar su propio sonido, su estilo.

De su abuelo Andrés Landero, tiene los mejores recuerdos, pero hay algo que  le entrecorta la voz y hace que se le agüen los ojos, y es cuando habla de la veneración de los mexicanos hacia su obra. Landero se fue de este mundo y no alcanzó a ver los frutos de su trabajo musical.  Allá lo adoran y hasta lo velan, sobre todo el día de los muertos. Su obra sigue siendo la más escuchada en Monterrey y otras ciudades donde la cumbia es el género musical que los identifica.

Yeison recalca que se siente feliz dando a conocer a las nuevas generaciones el legado musical de su abuelo.

Yeison lanzó su primer álbum llamado “Landero vive”, en 2018, como un tributo al legado de su abuelo, que muestra la esencia viva del juglar campesino. El Heredero de la Cumbia  se ha presentado en Estados Unidos, México, América Latina, Europa y África.  Participó en el álbum “El Último Cacique” de Los Gaiteros de San Jacinto, que obtuvo nominación al Grammy Latino. Yeison en el 2020 compartió escenario con Carlos Vives en el lanzamiento del libro Cumbiana, en el que realizó un recorrido musical por la historia de los juglares que han sido parte del nacimiento y la evolución de la cumbia colombiana y, posteriormente, realizó un homenaje póstumo a uno de los más grandes exponentes de la cumbia mexicana Celso Piña, con una versión en vivo de la canción La Pava Congona.

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“Yo crecí en un ambiente musical en San Jacinto, en el corazón de los Montes de María, El Sitio, como le decía mi abuelo-. Allí la cultura está en el ambiente.  A mi corta edad pude ver y escuchar no sólo a mi abuelo, que era el máximo exponente de la cumbia, sino a los gaiteros de San Jacinto. Estoy seguro que por eso me enamoré de esa música y de la tierra donde vivo”, dice Yeison Landero, quien al igual que se su abuelo, siempre lleva sobre su cabeza el sombrero vueltiao.

“De los recuerdos que tengo de mi abuelo era su tranquilidad y amor por la familia. Por mi abuela Lastenia, mi segunda madre, y sus nietos. Recuerdo que cuando declararon a mi abuelo Rey Vitalicio del Festival de la Leyenda Vallenata a él le preguntaban “¿Landero a quién dejará su legado?”. Y entonces, él decía: “A este, mi nieto”. Después, me ponía a tocar”.

“Donde he viajado: México, Europa, Estados Unidos, África, Latinoamérica, siempre me encuentro con alguien que conoció a mi abuelo, o su música. Eso es gratificante y hace que me sienta responsable de lo que hago”.

“Ahora se viene una grabación con el maestro Adolfo Pacheco.  De igual forma, con una pléyade de músicos de México sacaré un disco y con una amiga de Finlandia, también grabamos una canción mezcla entre cumbia y polka. Estamos preparando una gira para Estados Unidos, la cumbia va a llegar a Los Ángeles, San Francisco, San Diego  y otras ciudades”.

Yeison hace una pausa y pone sus manos sobre su cabeza, como intentando recordar más de su vida, pero un sanjacintero septuagenario, con un vaso de whisky en la mano, se escapa de su grupo, le interrumpe el ritual. Suelta un guapirreo, mientras baila una cumbia imaginaria, y le dice: “Eres grande como tu abuelo. No pierdas la humildad”. El artista llora y se dirige al camerino, despidiéndose de todos y dando las gracias, no sin antes gritar: ¡Landero Vive!

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