Cartagena

“Un sancocho cultural”: las Fiestas de Independencia de Cartagena contadas por Iván González

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fFoto cortesía Fototeca Histórica)


-. “Cada vez que nos ponemos a bailar, cuando nos disfrazamos o celebramos con maizena y música, estamos diciendo que seguimos aquí, que somos los hijos de los negros, los indígenas y los criollos que construyeron esta ciudad.” — Iván González García

-. “Es un símbolo de inclusión. Cuando te ensucian con maizena, te están invitando a ser parte de la fiesta, te convierten en uno de ellos.” — Iván González García

-. “Cuando suena ‘El Buscapiés’, nadie puede quedarse sentado. Esa canción captura la esencia de nuestra gente, ese impulso casi incontenible de levantarse a bailar, de celebrar que somos libres.” — Iván González García


En las calles de Cartagena, cuando se acerca el 11 de noviembre, la ciudad late con un ritmo que entrelaza historia, cultura y un inquebrantable espíritu de independencia.
Este es el momento en que los cartageneros reviven sus raíces en las Fiestas de la Independencia, una celebración que, en palabras de Iván González García, “es un sancocho cultural” en el que la esencia de esta ciudad mestiza, rebelde y orgullosa se mezcla en una danza liberadora.

Iván González García, poeta, dramaturgo y escritor cartagenero, lleva más de tres décadas explorando y creando para rescatar la memoria de Cartagena. Con 18 libros a su nombre y una vasta experiencia como gestor cultural, ha sido parte del movimiento que revitaliza estas fiestas. Miembro de la Escuela Festiva de Bellas Artes, del IPCC y uno de los artífices de la Cartilla “Leer las Fiestas”, González es una autoridad en el significado profundo de esta celebración.

González García describe las fiestas como una ventana para comprender “cómo celebra, come y baila” el pueblo. En una charla que sostuvo con Cartagena En Línea, mezcla anécdotas, símbolos, y un agudo análisis histórico de una festividad que encarna los valores de resistencia y libertad.

La chispa de la independencia

Para González García, la historia de la independencia de Cartagena comienza en 1811, cuando el contexto global brindaba una oportunidad que las provincias americanas aprovecharon. La ocupación de España por Napoleón Bonaparte y el traspaso del trono a su hermano, José Bonaparte, minaron el poder de la Corona. Aprovechando esta debilidad, diversas ciudades y provincias comenzaron a gestar movimientos independentistas. Sin embargo, mientras en Bogotá solo se consiguieron privilegios para los criollos, Cartagena, liderada por los hermanos Gutiérrez de Piñeres, que venían de liberar Mompox en agosto de 1811, decidió dar un paso más atrevido: declarar su independencia total, libre no solo de España, sino de la autoridad de cualquier otro gobierno.

El 11 de noviembre, Pedro Romero, forjador de armas, y su hija María Teodora lideraron un movimiento popular que incluyó a negros, mestizos, mujeres y artesanos, proclamando a Cartagena como una ciudad autónoma. “Es interesante notar cómo, desde ese momento, la independencia de Cartagena se convierte en símbolo de libertad para toda Colombia y América”, dice González García. En su relato, destaca el papel de María Teodora, líder barrial en Getsemaní, quien movilizó a la comunidad en una lucha que, a menudo, la historia ha atribuido únicamente a los hombres.

De la solemnidad a la fiesta popular

Las Fiestas de la Independencia de Cartagena no solo celebran la libertad; son un reflejo de la identidad cultural del Caribe. González compara estas celebraciones con el Carnaval, en las que se entrelazan elementos religiosos y paganos en una convivencia de excesos y penitencias. La influencia de los indígenas, las tradiciones traídas por los africanos y los vestigios de la colonización se combinan en una festividad donde el bullicio, la música y el baile son protagonistas. La inclusión de todos los sectores sociales se expresa en costumbres como el uso de la maizena: “Es un símbolo de inclusión. Cuando te ensucian con maizena, te están invitando a ser parte de la fiesta, te convierten en uno de ellos”.

Los disfraces, como el capuchón —que evoca el sambenito de la Inquisición—, también ocupan un lugar especial en esta celebración. Para González, el capuchón representa la posibilidad de transgredir bajo la máscara, de liberarse de las restricciones cotidianas. “Es la oportunidad de reírnos de nuestras propias reglas, de los castigos impuestos por la sociedad. En esas máscaras, en esos disfraces, está la burla a la autoridad, a la solemnidad”, afirma.

El sonido de la independencia: la música y “El Buscapiés”

La música es el alma de las fiestas, y ninguna canción representa mejor el espíritu de los cartageneros que El Buscapiés, de Hugo Bustillo, inmortalizada por Son de Cartagena. González resalta la importancia de este tema, asegurando que es un ícono de las fiestas. “Cuando suena ‘El Buscapiés’, nadie puede quedarse sentado. Esa canción captura la esencia de nuestra gente, ese impulso casi incontenible de levantarse a bailar, de celebrar que somos libres”, comenta. También menciona canciones como La Vaca Vieja que interpretó Rufo Garrido, músico emblemático de las fiestas, cuya obra personifica el legado de una cultura que siempre ha encontrado en la música un refugio de identidad.

La resistencia cultural como legado

Más allá de la algarabía, para Iván González García las Fiestas de la Independencia de Cartagena son una afirmación de resistencia. “Cada vez que nos ponemos a bailar, cuando nos disfrazamos o celebramos con maizena y música, estamos diciendo que seguimos aquí, que somos los hijos de los negros, los indígenas y los criollos que construyeron esta ciudad”, explica. Y es que, para González, cada baile y cada canción son un recordatorio de que Cartagena es una ciudad que se levantó contra las opresiones, que celebró su libertad y que sigue luchando por preservar su cultura.

Las Fiestas de la Independencia, entonces, no son solo una conmemoración histórica; son una renovación del pacto con la libertad, un homenaje a quienes nos precedieron y un grito de identidad para las nuevas generaciones. En palabras de Iván González García, estas fiestas representan el corazón de Cartagena: una ciudad que, con cada celebración, recuerda al mundo que su libertad fue conquistada y que su cultura se defiende en cada ritmo, en cada disfraz y en cada paso de baile.

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