A José David Rodríguez, abogado cartagenero de 33 años, la vida le ha cerrado las puertas muchas veces, tantas, que en ocasiones le pidió a Dios lo recogiera porque sentía que no tenía propósito alguno.
Comenzó a afrontar vicisitudes desde cuando tenía 4 años en Los Cerros, el barrio donde vivía y corría por las calles sin pavimentar jugando con una rueda o con un balón, pero eso si siempre alegre. A esa edad sus padres se separaron y comenzó a vivir una odisea junto a su madre y su hermano Luis cuando se mudaron a San Fernando. En ese trasegar vivió en 22 barrios populares de la ciudad, entre otras cosas porque casi nunca tenían para pagar el arriendo por barato que fuera y tenían que irse por las buenas o por las malas. Después de la separación, a su madre, su ídolo, María del Socorro Mendoza, le tocó cargar con el peso de un hogar y criar a sus dos hijos en medio de la pobreza.
Siendo un adolescente sufrió un revés, del que aún no se recupera, porque su hermano Luis Mendoza enfrentó problemas con la justicia y se lo llevaron a un cuarto con cuatro paredes y unas rejas. José se quedó solo, pues su madre debía trabajar como enfermera y hacer turnos extra para sortear las dificultades que se le presentaban cada día.
Los días de José David transcurrían en la Ciudad Escolar Comfenalco y las practicas de baloncesto, su deporte favorito, donde sobresalió y tuvo el honor de representar la selección Bolívar de ese deporte en campeonatos nacionales, a pesar de que muchas veces no fue a las practicas porque cuando no era el hambre, era la falta de plata para los pasajes lo que lo impedía. Nada era fácil en esa época porque también debía atender al hijo de su hermano, pero nunca se rendía.
Por su personalidad extrovertida y ser un deportista de alto rendimiento era apreciado por profesores y estudiantes. A la edad de 17 años se presentó en la Universidad de Cartagena para estudiar derecho y fue admitido, pero a los dos años la mala situación y ese fantasma del hambre que siempre lo perseguía, lo llevó a equivocarse y debió abandonar los estudios.
No es fácil, dice José David, estudiar con el estómago vacío y sin tener plata para sacar copias o para el bus. Entonces, deambulaba haciendo negocios en el bajo mundo, jugando vivo, hasta que un día la vida lo hizo papá y fue el amor por su hijo el que lo llevó a tocar las puertas de la decanatura de Derecho en la Universidad de Cartagena, hablar con profesores, consejo estudiantil y hasta con los porteros para que le devolvieran el cupo, que ya estaba perdiendo, de acuerdo con los reglamentos del alma mater.
Sin dudas fue una época dura, pues su madre estaba trabajando lejos de casa, por el Chocó, y no tenía a quien recurrir. Sin embargo, se puso las manos en la cabeza y le imploro a Dios ayuda para terminar la carrera y convertirse en abogado, pues sentía que esa era la única forma de hacerle el quite a la pobreza y poder brindarle buenas opciones a su primogénito. Así que en dos años hizo cinco semestres y bueno comenzó a cambiarle la vida. Con sacrificio se especializó y luego hizo su maestría.
Hoy José David Rodríguez Mendoza fue nombrado como Contralor Designado para las Regalías, un importante cargo en la ciudad de Bogotá. Se siente realizado y con muchos deseos de seguir luchando para Matías José y José Ángel Rodríguez, sus hijos y Laura Milena Pedroza Vélez, su esposa.
José David se convirtió en un ejemplo de superación. Es la muestra fehaciente de que el contexto no es pretexto para lograr lo que queremos.