A Julio Varela Escudero lo conocí en 1995 cuando ingresé como redactor al periódico El Universal de Cartagena y me correspondió entrevistarlo sobre un tema de ciudad.
Lo recuerdo como un hombre de finos modales, de vocabulario excelso y excelente trato. Ese dia, Julio respondió el cuestionario con rapidez, conocimiento y precisión, de una manera didáctica. Desde entonces nació una gran amistad por el hecho de ser nieto de Abraham Tom Raifes, un palestino que llegó a Mahates en el siglo pasado, e hizo gran amistad con su familia.
Julio era un estudioso del derecho, al punto que se convirtió en un referente para nuestro medio cada vez que se necesitaba del concepto de un jurista.
Pude conocer su don de gente y de cómo valoraba una amistad. Para Julio un amigo era como su familia. Así que desde el día que nos conocimos, siempre me decía pariente porque consideraba que los Tom eran parte de su familia. Esa hermandad se transmitió a sus hijos y sobrinos, entre ellos al ex alcalde, Quinto Guerra Varela, de quien fue su mentor; a su hijo Carlos Guerra Martelo y a todos sus hermanos, en especial a Luchy y al Toto Varela.
Desde hace años venía sufriendo quebrantos de salud, derivados del Parkinson, que poco a poco fueron deteriorando sus funciones. Pese a la enfermedad, nunca perdió su sentido del humor, ni su lucidez.
Julio fue concejal por tres periodos en la ciudad de Cartagena y es recordado por sus debates de ciudad. Conservador acérrimo, en el 2010 aspiró fallidamente al Senado de la República y desde entonces se dedicó a su actividad como abogado en la fundación Talid.
Esta casa periodística lamenta su partida y decimos adiós a un hombre probo, de carácter y un gran ser humano. A Sandra Puello, su último gran amor, nuestras más sinceras condolencias.
Las honras fúnebres se cumplen en la Funeraria Lorduy y su sepelio es mañana a las 3 de la tarde.