La tristeza reina en Pueblo Bello, Cesar. Dios llamó a su lado al primo Wilfrido Therán Marrugo, quien durante más de 50 años dejó una huella imborrable en este rincón del país. Su legado, construido con amor, esfuerzo y tenacidad, resuena en cada esquina de esta tierra que tanto amó.
Para muchos, Wilfrido Therán Marrugo era más que un líder; era una inspiración. Después de mi padre “Nayo”, él fue el referente más importante en la familia Therán. Wilfrido, oriundo del Real del Obispo (Magdalena), siempre se mostró orgulloso de su origen. Recordaba con nostalgia y gratitud cómo, a pesar de las carencias, logró salir adelante gracias a su aplomo y una determinación férrea.
Desde temprana edad, Wilfrido demostró un espíritu indomable. Su infancia estuvo marcada por desafíos, pero también por el amor y la fortaleza de su familia. Se formó como docente en Cartagena, y fue en busca de oportunidades que llegó a Pueblo Bello, lugar que se convertiría en su hogar hasta sus últimas horas. Con su espíritu cívico y su incansable dedicación, rápidamente se ganó el corazón de la comunidad.
Las experiencias de vida forjaron el carácter de un hombre que se erigió como un pilar fundamental para Pueblo Bello. No solo fue un líder comunal, sino un visionario que comprendió la importancia de la unión y la solidaridad. Fundador de la Defensa Civil y miembro activo de la sociedad de Pueblo Bello, siempre se destacó por su entrega y compromiso con las causas sociales, desde la consecución de un terreno para un campo deportivo hasta la constancia para buscar ayuda para mejorar la carretera que comunica a Pueblo Bello con la denominada Ruta del Sol. También era conocido como “el amigo de los indios”, un título que llevaba con orgullo y responsabilidad, reflejando su profunda conexión y respeto por las comunidades indígenas de la región.
Wilfrido fue un emprendedor incansable, capaz de ver oportunidades donde otros solo veían obstáculos. Cada proyecto que emprendía estaba impregnado de su pasión y su deseo de mejorar la vida de quienes le rodeaban. Su legado en el desarrollo de Pueblo Bello es testimonio de su capacidad para transformar visiones en realidades.
Sus amigos y compañeros lo recuerdan como un hombre noble y sincero, una presencia constante y confiable. Su capacidad para escuchar y su disposición para ayudar lo convirtieron en una figura querida y respetada por todos. Pero quizás su mayor logro fue como padre. El amor y la dedicación que mostraba hacia sus hijos, Wilfridito, Donaldo y Eliana, eran evidentes para todos los que lo conocían. Su esposa, la seño Temilda Dimas, y sus hijos ahora enfrentan la dolorosa tarea de continuar sin su presencia física, pero con la certeza de que su legado y su amor perdurarán por siempre.
Mañana, cuando se le dé cristiana sepultura, Pueblo Bello entero lo despedirá con honores. Desde el alcalde, Alfredo Bohorquez, concejales, miembros de la Defensa Civil y hasta el compositor Álvaro Salas, lamentaron su partida en un acto solemne realizado en la plaza principal.
El adiós al primo Wilfrido Therán Marrugo no es solo el final de una vida, sino la celebración de un legado de amor, dedicación y compromiso con la comunidad. Su partida deja un vacío profundo en los corazones que tocó, pero también una herencia invaluable que perdurará por generaciones.
Paz en su tumba, querido primo Wil.
