Cultural

Adolfo Pacheco partió a la eternidad meciéndose en su Hamaca Grande

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Adolfo Pacheco Anillo, el compositor mas prolífico de San Jacinto, el juglar de los Montes de María, autor de canciones como ‘El mochuelo’, ‘El viejo Migue’, ‘Mercedes’, ‘El tropezón’, y ‘La hamaca grande’, entre otras, partió hacia el otro mundo en la malana de hoy, dejándonos un gran legado musical y literario.

El insigne artista falleció en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica General del Norte en Barranquilla, a donde fue trasladado desde el 20 de enero, luego de sufrir un accidente de tránsito a la altura del municipio de Calamar, al norte de Bolívar, cuando al vehículo en el que se movilizaba se le estalló una llanta.

Según el último parte médico, el maestro se encontraba con “soporte vasopresor, falla multiorgánica y ventilación mecánica invasiva, proceso infeccioso, hemodinámicamente inestable y en delicadas condiciones clínicas”.

Adolfo Pacheco nació en San Jacinto, Bolívar, el 8 de agosto de 1940. Entre 1971 y 1978 grabó alrededor de 11 discos para Costeño de Codiscos. Su extensa obra musical está conformada por vallenatos, cumbias, porros, chandé y hasta boleros. Cuenta con más de 200 canciones grabadas, 60 de ellas han sido grandes éxitos.

Se fue un grande

San Jacinto y los Montes de María están de luto.

“Se fue un hombre noble y tranquilo, el mismo que tenía el gracejo innnato de los sanjacinteros. Un hombre con un talento único para componerle a al amor, a los sucesos de la vida y la naturaleza”, dijo Ramón Vargas Jr, con quien hizo pareja musical hasta sus últimos días.

Para Juan Carlos Díaz Martínez, periodista, escritor y biografo de Pacheco, el maestro fue único y siempre le puso el pecho a la brisa, por más grande que fueran sus errores; un cultor de la amistad y un hombre brillante en toda la extensión de la palabra. “Desde niño me acostumbre a verlo en la terraza o el patio de la casa, a escuchar su voz porque era el mejor amigo de mi padre Juan Elías Díaz, de quien decía era la mejor segunda voz que conocía. No faltaba un primero de enero en el cumple de papá. Su partida nos duele mucho y  debemos honrarlo, pues su obra debe ser conocida por las nuevas generaciones”, dijo.

“El legado de Adolfo Pacheco es muy grande no solamente para Colombia, sino para el mundo, pues canciones como La Hamaca Grande, El Viejo Miguel, Mercedes, El Mochuelo y otras han sido grabadas en diferentes ritmos. En México le grabaron muchas canciones, lo mismo en Argentina, en Estados Unidos y en muchos países del mundo. Pacheco fue un investigador cultural que conoció la esencia del costeño cuando recorrió los patios de los pueblos del antiguo Bolivar Grande con Andrés Landero. Siempre recordaba cuando visitó El Algarrobo y conoció a Juancho Polo Valencia, un músico que lo marcó para siempre. Adolfo conocía la diferencia de la marcación de la caja sabanera y la caja vallenata en el merengue. Compuso pasillos, chandés, rancheras. Sin lugar a dudas, el maestro fue el último gran juglar de nuestra tierra”, dijo Juan Carlos Díaz.

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