-. Por momentos, el secretario del Interior de Cartagena, Bruno Hernadez, no parecía un funcionario. Parecía un padre furioso, decepcionado, que regaña con el alma.
“¡Así no es, muchacho!”, dijo Bruno Hernández este domingo, tras conocer los detalles de un caso que sacudió a la ciudad: Francisco Javier Blanco Ortiz, un joven vigilante de 27 años, resultó con tres heridas en la cabeza y una en el rostro, tras ser sorprendido intentando robar a tres mujeres en el barrio San Antonio, sector Virgen y Turística. La comunidad reaccionó, lo golpeó con un madero y luego incineró su motocicleta.
El hecho ocurrió a las 5:30 a. m. de este domingo 25 de mayo. Según el reporte del CAI Castellana, Cuadrante 6-3, Blanco Ortiz fue atendido en la Clínica General del Caribe y permanece bajo vigilancia médica.
El secretario Hernández no ocultó su indignación. Sin rodeos, le habló al presunto agresor como si tuviera al frente a un hijo descarriado que acababa de cruzar la línea:
“Eres famoso por el acto irresponsable y reprochable de agredir a esas tres mujeres. Las ibas a atracar. Por eso vas a pagar y yo mismo te voy a denunciar”, afirmó con contundencia.
Fue un regaño público en el sitio donde recibió atención médica. Una frase dura, directa, que llevaba no solo la indignación de la administración, sino la de una ciudad harta de ver cómo sus jóvenes caen en caminos de violencia.
Pero el regaño no se detuvo ahí. Hernández también cuestionó el accionar de la comunidad:
“Condenamos la agresión. Pero también rechazamos que la ciudadanía tome la justicia por su cuenta. No podemos responder al delito con más violencia”.
La Alcaldía de Cartagena ha venido fortaleciendo su presencia institucional en barrios con focos de inseguridad, pero el secretario fue claro: el trabajo va más allá de lo policial.
“Esto no es solo tener más policías. Es enseñar desde la casa, desde el colegio, desde la calle, que a las mujeres se les respeta, que los delitos se castigan con la ley, y que el espacio público es para la convivencia, no para el miedo”.
Un regaño, sí. Pero también una advertencia. Y una esperanza.
Una ciudad no se construye con miedo, ni con venganza. Se construye con autoridad, justicia y carácter. Y este domingo, Bruno Hernández habló con los tres.