Cartagena no tolera turistas que vengan a irrespetar. Esa fue la lección que dejó el caso de Emmanuel Andrés Hernández, ciudadano estadounidense que, tras protagonizar un escándalo en la zona de Migración del Aeropuerto Rafael Núñez, fue oficialmente expulsado de Colombia. Pero hay un detalle insólito: nadie quiere llevárselo.
El episodio, ocurrido el pasado jueves 17 de julio, aún resuena en la terminal aérea: gritos, agresiones, destrucción de equipos y un comportamiento fuera de control que puso en riesgo la seguridad de funcionarios y pasajeros. Hernández, en estado alterado, arremetió contra oficiales de Migración y policías, dejando cuantiosos daños materiales y un ambiente de indignación generalizada.
Tras la evaluación del caso, Migración Colombia decidió su expulsión inmediata del país. Sin embargo, el procedimiento ha chocado con un obstáculo inesperado: ninguna aerolínea ha querido venderle un tiquete de salida. El ciudadano permanece bajo custodia, a la espera de que se pueda ejecutar su traslado hacia Miami en los próximos días, bajo estrictas medidas de seguridad.
Para las autoridades distritales, el mensaje es claro. “Cartagena es una ciudad abierta al mundo, pero cerrada a la violencia, la intolerancia y la falta de respeto”, declaró el secretario del Interior, Bruno Hernández. Y agregó: “No podemos permitir que este tipo de conductas empañen la imagen de un destino que se esfuerza cada día por ser seguro, familiar y respetuoso.”
Desde la Alcaldía Mayor de Cartagena, el alcalde Dumek Turbay también fue contundente: “El turismo en nuestra ciudad no puede ser una excusa para el irrespeto ni la barbarie. Aquí no caben turistas agresivos ni prepotentes. Cartagena se respeta.”
Aunque ya fue expulsado formalmente, Emmanuel Hernández se ha convertido en el símbolo de un tipo de visitante que la ciudad no quiere ni necesita. Su permanencia forzada en Migración no es solo un asunto logístico: es el resultado de una decisión colectiva —de aerolíneas, autoridades y ciudadanía— de no permitir que el turismo degenerado se normalice.
Porque hay turistas que vienen a disfrutar… y otros, como Hernández, que cruzan una línea que Cartagena no está dispuesta a tolerar.