Cartagena guarda, desde el viernes, ese silencio extraño que dejan las voces que parecían eternas. Falleció Eugenio Baena Calvo, el periodista deportivo que, durante más de cinco décadas, hizo de cada transmisión, cada entrevista y cada artículo una lección de conocimiento, pasión y disciplina. Tenía el olfato del reportero acucioso y la paciencia del investigador que no se conforma con la primera respuesta.
No se limitaba a narrar resultados; reconstruía la historia detrás de cada triunfo y derrota, como si el deporte fuera una gran novela que él tenía el deber de contar. Hablaba de boxeo como si hubiera estado en la esquina del cuadrilátero; de béisbol con la precisión del anotador; de fútbol con la mirada del técnico; de patinaje y baloncesto como quien conoce al detalle cada entrenamiento y cada sacrificio.
El hombre que siempre iba al terreno
A sus 71 años seguía yendo, casi religiosamente, a los entrenamientos del Real Cartagena. Era el único de su generación que todavía se ensuciaba los zapatos de polvo y césped para traer entrevistas frescas y voces auténticas desde la línea de cal. Nunca se conformó con la comodidad del escritorio: sabía que la noticia vive donde se juega.
Su trayectoria lo llevó a presenciar grandes gestas: el título mundial de Pambelé, las hazañas de la Selección Colombia en mundiales, la magia de Valderrama, la disciplina de las generaciones de Maturana y de “Bolillo” Gómez. Presidió la Liga de Patinaje de Bolívar; su hija, “Chechi”, fue figura en esa disciplina, y él integró la Comisión de Velocidad de la Federación Colombiana, impulsando el deporte desde la gestión y la convicción.
Doce minutos fuera del aire
Semanas antes de su fallecimiento, le contó a su yerno, Julián Guerrero, que quería relatar cómo había sobrevivido a dos infartos. “Estuve 12 minutos fuera del aire”, dijo con la ironía de quien convierte la experiencia límite en anécdota de transmisión. Tenía incluso el título pensado para ese relato: Dos infartos. No alcanzamos a reunirnos.
El respeto de los colegas
Trabajó junto a figuras como el gran Luis Alberto Payares Villa, a quien le decía El Villano, y dejó huella entre sus pares. Carlos Caballero Villa lo consideró “una Biblia del deporte”: “En el interior, muchos son especialistas en fútbol o ciclismo; Eugenio dominaba todos los deportes. Era un trabajador incansable que disfrutó cada minuto de su vida”.
Juan Carlos Revollo lo recuerda como un genio y un doliente de Cartagena: “Daba oportunidades a la gente joven, siempre estaba alegre al aire, incluso en los momentos difíciles. En las cumbres, Eugenio no se bloqueaba: rompía el hielo y seguía adelante”.
Fredy Jinete Daza, compañero de discusiones y afectos, apunta: “Discrepábamos en equipos y preferencias, pero nunca en el cariño. Buenos Días Deportes, su programa emblemático, fue una escuela auténtica que formó a muchas voces”.
Yuri Barrios, viejo compañero en El Universal, evoca una escena doméstica y luminosa: “En 1996 vi en su casa mi primer partido de Grandes Ligas, gracias a su parabólica que captaba señales de todo el mundo. Así era Eugenio: un puente entre Cartagena y el planeta, siempre buscando la mejor señal para traerla a su gente”.
El adiós de la ciudad y el departamento
La partida de Eugenio movilizó mensajes sentidos. El alcalde Dumek Turbayescribió: “Eugenio fue más que un periodista deportivo: fue un defensor incansable de nuestra ciudad y de nuestros deportistas. Su voz y su pasión quedarán para siempre en la memoria de Cartagena”.
El gobernador Yamil Arana expresó: “Hoy el deporte de Bolívar está de luto. Eugenio Baena dedicó su vida a contar nuestras historias con amor, respeto y rigor. Gracias por tu legado, maestro”.
Mensaje para sus hijos
A Raquel, Cecilia, Juan Carlos y María Eugenia: reciban nuestro abrazo más sentido. Que encuentren consuelo en la memoria viva que dejó su padre —en las historias que contó, en las risas compartidas, en las tardes de estadio y en la labor incansable que lo definió. Eugenio construyó un legado de trabajo, generosidad y amor por el deporte que no se extingue con su ausencia: se multiplica en cada quien que aprendió a mirar el deporte como él enseñó, con rigor y ternura. Que la presencia de su voz los acompañe siempre.
Hoy Cartagena, Bolívar y el periodismo deportivo nacional despiden a un grande. La voz de Eugenio Baena Calvo se apaga en el micrófono, pero seguirá resonando en la memoria de quienes aprendimos a escuchar el deporte a través de él.
Paz en su tumba.