Detrás de muchos de los videos que nos conmueven, informan o nos sacan una sonrisa en las redes sociales del gobernador, Yamil Arana Padauí, o de la Gobernación de Bolívar, hay una mente creativa que ve el mundo con ojos de historia. Su nombre es Luisa Fernanda Marriaga Zabaleta, una joven cartagenera de 24 años que se ha convertido en una pieza clave del equipo de comunicaciones del gobernador Yamil Arana.
Comunicadora social egresada de la Universidad Tecnológica de Bolívar, Luisa no solo maneja su iPhone 16 ProMax o edita contenido: ella narra, siente y crea historias que conectan.
“Yo voy construyendo las historias en el lugar, con lo que veo, con lo que escucho, con lo que vibro”, dice con ese entusiasmo natural que la caracteriza. Y es que Luisa tiene algo que no se aprende en ninguna universidad: la capacidad de encontrarle el alma a cada momento. Mientras muchos trazan guiones y cronogramas en oficinas, ella los dibuja en su mente al ritmo de los pasos del gobernador, al compás del bullicio de una comunidad o en medio del polvo de una obra en construcción.
“Mi estilo es diferente, creo que cada uno trabaja desde su esencia, y la mía es contar desde la emoción del instante”, explica. Esa esencia la ha convertido en el alma alegre del equipo, una joven que reparte carcajadas tanto como ideas brillantes. Sus compañeros coinciden: su buen humor es contagiante, y su energía levanta cualquier jornada maratónica y extenuante.
Luisa no soñaba con ser comunicadora. De hecho, intentó esquivar esa ruta familiar, pues por el lado de su madre “todos son comunicadores, locutores, periodistas o algo parecido”. Pensó en medicina, pero la sola idea de la sangre le revolvía el estómago. Luego creyó que el Derecho podía ser su camino, hasta que alguien le dijo: “Eso no es lo tuyo. Tú no naciste para estar sentada revisando papeles”. Y tenía razón. Probó con Comunicación como quien se lanza a ver si flota, y no solo flotó: voló.
“No me veo en el cine, eso no es lo mío. Tal vez en televisión, pero creando detrás de cámara. Me gusta conectar, interactuar, moverme”, dice con sinceridad. Y es que Luisa no encaja en moldes clásicos. Su zona de confort está en el movimiento, en la estrategia, en el evento que organiza, en la idea que propone, en el guion que nace del caos.
Y entre una cobertura, una historia y una edición, siempre hay tiempo para el humor. “Yo siempre tengo que tener tiempo para mamar gallo”, confiesa entre risas. Esa capacidad de vivirlo todo con alegría —sin perder el enfoque profesional— la ha hecho indispensable en un equipo que mezcla presión, velocidad y compromiso.
En tiempos donde la comunicación pública lucha por no ser aburrida, Luisa la vuelve humana. Sabe que no todo es institucionalidad y cifras, y que a veces basta con una sonrisa, una mirada o un niño saludando a cámara para contar mejor una historia.
Luisa Fernanda no solo crea contenido, construye confianza. No solo documenta los pasos del gobierno, sino que traduce esos pasos en emociones que la gente entiende y agradece. A su corta edad, tiene una certeza poderosa: está donde debe estar, haciendo lo que le gusta. Y lo mejor de todo, lo hace con una alegría que no se apaga.