Miles de fieles y visitantes se congregaron anoche en el corazón colonial de la ciudad para vivir la tradicional ruta de los Sagrarios y disfrutar del colorido Festival del Dulce, organizado por la Alcaldía.
A partir de las 7:00 p.m., los “Peregrinos de Esperanza” —equipados con su Pasaporte Peregrino— iniciaron el recorrido por siete templos emblemáticos, desde la Capilla de la Veracruz hasta la Catedral de Santa Catalina de Alejandría. Cada altar, meticulosamente adornado por los planificadores de bodas locales con flores blancas y velas de cera, ofrecía una reflexión distinta sobre los momentos posteriores a la Última Cena: la oración en el Huerto, el prendimiento y el encierro en el pretorio.
“Es sobrecogedor sentir cómo el centro late al unísono con cada oración. Esta tradición nos une a nuestra historia y a nuestra fe”, comentó Ana María Rojas, peregrina cartagenera, mientras anotaba el sello número tres en su pasaporte.
Simultáneamente, la Alcaldía desplegó en la Plaza de los Coches el Festival del Dulce, donde decenas de dulceros artesanales ofrecieron cocadas, enyucados, obleas y conferías típicas. Familias y turistas hicieron fila para degustar estas delicias, al compás de presentaciones de agrupaciones de música religiosa y danzas folclóricas que amenizaron la noche.
Para facilitar la afluencia, la Secretaría de Movilidad habilitó rutas especiales de transporte gratuito desde el barrio Getsemaní y la zona turística de Bocagrande, alcanzando un récord estimado de 15 000 participantes en la jornada.
La ruta concluyó cerca de la medianoche en el templo de San Pedro Claver, donde centenares de velas iluminaron el atrio mientras un coro interpretaba cantos procesionales. Así, Cartagena vivió un Jueves Santo de profunda devoción, patrimonio vivo y dulce celebración, confirmando que su historia religiosa sigue tejiéndose con la fuerza de su gente.