“¡Esto no puede ser!, nunca me habían rechazado. Esta me las pagas Andrés Fuentes”, le gritó en un negocio de Turbaco, mientras le manoteaba en la cara al joven que permanecía impávido y callado. Ahí estaba un hombre con barba encolerizado y llorando a mares por el amor de otro hombre, supuestamente casado, y a quien le habían terminado. Quienes allí estábamos observamos con perplejidad como un joven, sin pudor, lloraba y a mares por otro, mientras caminaba de un lado a otro con las manos en la cabeza. Sollozaba en un andén cuando en menos de un segundo del llanto pasó a la risa y entonces, al ver que había llamado la atención de mucha gente, pidió excusas y advirtió que estaba practicando una escena y que quien lloraba era su personaje Pochito Humor.
Así comenzó el dialogo con Brayan Antonio Pájaro Moreno, un joven turbaquero de 22 años, hilarante y explosivo, que ha tenido éxito en las redes sociales por ese comportamiento disruptivo. En todas las plataformas se consigue como Pochito Humor y se la pasa creando contenido para sus seguidores. Llama la atención la serenidad que maneja cuando no está frente a la cámara de su iphone 13, el celular con el que graba su contenido.
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“Empezar de cero no es fácil y sobre todo cuando quieres ser cantante o actor, pero eres un perfecto desconocido y, además sin recursos. Lo único que te queda es ponerle corazón a lo que haces. He vivido con mi abuela Nancy siempre porque mis padres, Edwin Enrique Pájaro Lara y Neris Johana Orozco Moreno son separados. Tengo otros tres hermanos, dos por parte de madre y otro que tuvo mi papá y soy el mayor, así que debo dar ejemplo.
Muchas veces mi padre me llamó la atención porque quería que estudiara y bueno tocó complacerlo y soy tecnólogo en seguridad y salud en el trabajo.
Cuando estaba iniciando, los mismos compañeros, me decían payaso. Vas a terminar en loco, retírate, busca oficio, pero yo seguía en la brega y para poder salir de Turbaco para Cartagena hacia mandados y con lo que me pagaban completaba el pasaje de ida y venida. Venía a Cartagena a grabar y caminaba más que loco nuevo, pues me bajaba hasta donde llegan los buses de Turbaco, cerca de la entrada de la Universidad Tecnológica, y de ahí caminaba a Parque Heredia o a La Castellana a grabar con un amigo que me ayudó bastante y se conoce como Alfredo Redes. Grababa y grababa, pero no veíamos los resultados.
Fue una época dura porque mi papá no ganaba mucho en su trabajo como mototaxi y aunque debo confesar que nunca pasamos hambre, muchas veces tocó comer arroz con suero, con salsa de tomate o salchichón del más barato, ese que la gente dice que es hecho con carne de burro. Esas dificultades fortalecieron el amor por la familia. Mi papá ahora se gana la vida como peluquero y le va mejor.
Yo seguí apostándole a la creación de contenido, con la fe puesta en Dios y agarrado de su mano, hasta que un día estando con unos amigos se necesitaba hacer el papel de un gay y nadie quería hacerlo. Entonces dije: Vamos a ver cómo me sale. Lo hice y a la gente le gustó. De eso hace unos tres años cuando debía prestar un celular a un vale para grabar. Entonces perfeccioné el personaje y en eso ando, siempre tratando de innovar para no perder vigencia ni aburrir con el contenido. Tengo que confesar que me gusta el bololó.
Nunca he dejado de ser humilde y para que no se me olvide visito el barrio El Prado donde nací casi todos los días y hablo con mi gente.
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Bueno la verdad es que en un principio quería ser cantante de música urbana, pero también actor. Entonces, me incliné por hacer escenas actuadas para redes sociales y bueno mi vida ha mejorado desde que empecé a monetizar. Pero quizá la bendición más grande que me ha dado Dios, es mi hijo que está próximo a nacer. Más adelante me casare con mi novia-mujer.
No he alcanzado el sueño, aunque en Facebook tengo 1,2 millones de seguidores, en Instagram casi 60.000; en YouTube, 20.000, en TikTok unos 60.000 y en kwai 50.000. Estoy trabajando con mi equipo en un nuevo formato porque queremos mostrarle a los seguidores que podemos hacer otras cosas. Mi sueño es escribir, dirigir y protagonizar una serie y poner a Turbaco en lo alto, y soy consiente que debo aprender más para seguir creciendo. Mi referente en redes siempre ha sido Papi Wailo y en lo digital Felipe Zaruma.
Ser creador de contenido es chévere, pero a veces es incómodo. Por mi papel de gay me reconocen y me han pasado algunos chascos porque algunos hombres me han mandado fotos exhibiéndose, y yo lo que hago es reírme, pues es solo un papel. Tengo que decir que respeto a la comunidad LGBTIQ y ellos se portan bien conmigo.
Bueno esta es la historia de los 22 años de vida. Mi papá y mi familia me apoya porque se dieron cuenta que con las redes se puede ganar dinero y respetan mi oficio”.
Este joven nacido en el barrio El Prado de Turbaco dice que es un hombre pacífico y que algún día sueña con ver a su pueblo sin violencia. Dentro de poco dice le cumplirá el sueño a Nancy su abuela que quiere tener un negocio propio.
Nos despedimos y entonces le sale el cantante que lleva dentro y comienza a cantar una canción de su autoría: “Se la pasan hablando de mi cuando me ven por ahí y ni me dan de comer, yo me siento orgulloso porque estoy saliendo adelante y me rebusco el papel…”