Cultural

San Jacinto: El día que dejaron caer a Santa Ana

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“El fervor religioso y la veneración a Santa Ana, la esposa de Joaquín y madre de la Virgen María, se mantiene en San Jacinto, donde hace cuarenta años unos feligreses embriagados dejaron caer al suelo la imagen y ocurrió lo impensable”

A las cuatro de la tarde del 16 de agosto de 1983,  con el pleno resplandor del sol, un grupo de devotos acompañaba la procesión de Santa Ana y San Jacinto. En ese instante, un centellazo súbito, acompañado de un trueno ensordecedor, anunció la llegada de un aguacero inesperado, un fenómeno extraño pero que muchos tomaron como un milagro dada la prolongada sequía que asolaba a los habitantes de San Jacinto.

El cielo pronto se cubrió de un gris oscuro y comenzó a caer una lluvia torrencial. Sin embargo, esto no amilanó la procesión; al contrario, los fieles se animaron a continuar cargando a San Jacinto y Santa Ana, buscando bendiciones para sus paisanos. En medio de la procesión, la alegría por la lluvia se desbordó y algunos decidieron consumir bebidas alcohólicas, transformando la celebración en un evento más animado. En ese momento, según el testimonio de Héctor Díaz Martínez, un observador fidedigno, la famosa canción “El Africano” de Calixto Ochoa estaba de moda, lo que llevó a uno de los lugareños a solicitársela a la banda, que hasta entonces había estado tocando marchas procesionales solemnes y fúnebres. Los músicos de la banda, también contagiados por la bebida, aceptaron el pedido. Con los acordes de “El Africano” resonando en el aire, aquellos que portaban la imagen de Santa Ana comenzaron a moverse al ritmo de la música. En medio de la efusividad, un movimiento brusco provocó que la imagen se precipitara al suelo, justo en la esquina de la casa de Luis Pereira, conocido como Licho,  “El de Gucho”.

Licho no dudó en animar a los asistentes a hacer ruido, arrojando una lata llena de tornillos para añadir más alboroto. Sin embargo, un silencio repentino se apoderó del lugar cuando apareció en escena Javier Cirujano Arjona, el párroco del pueblo, el mismo casto y prudente que Adolfo Pacheco (F) mencionó en la celebre canción Gallo Bueno, quien en ese momento estaba bendiciendo a una familia. Al notar el sacrilegio, pronunció unas palabras en su español castizo: “Sanjacinteros, bazuqueros”. La procesión se dispersó rápidamente, ya que todos temían caer bajo una maldición del cura. En ese instante, Maxi, el profesor junto a Jorge Pérez, La Vaca, recogieron los fragmentos de la imagen y los depositaron en el pasillo de la casa de Licho.

Allí quedó todo. Al día siguiente, cuando el chisme de la caída de Santa Ana se regó como verdolaga en San Jacinto, de manera inexplicable, citaron a Jorge Pérez a la inspección y al llegar, fue detenido por la Policía junto a Dairo Castellar, conocido como Casiloco, bajo la acusación de haber dañado a la santa. Todos quedaron perplejos y mudos.

II

Después de este incidente, una sequía comenzó a afectar a los habitantes de San Jacinto y los creyentes la asociaron con el irrespeto hacia Santa Ana. “Durante un año, a pesar de las súplicas a Dios, no cayó ni una sola gota de lluvia”, recuerda Héctor Díaz Martínez, hijo del célebre cantante Juan Díaz (F) y Socorro Martínez (F), una mujer conocida por su infinita bondad.

Muchos pagaron mandas a los santos y se arrodillaban ante el cielo, pero nada no llovía y las cosechas se perdieron. Muchos labriegos vivieron de la misericordia de Dios.

III

A los pocos días, en medio de una parranda interminable, Álvaro Arrieta, otro testigo presencial de los eventos, junto a Héctor “El Mono” Díaz, dos amigos inseparables, crearon una canción que relata esta historia.

Después de muchos años de estar cantando la canción en cuanta parranda se armaba en San Jacinto, ‘El Mono’ Díaz decidió dar el paso que por mucho tiempo tenía en mente: grabar ese canto costumbrista y parrandero que tanto gustaba en las jaranas que se hacían en su pueblo natal.

Aprovechó que un joven talentoso y pródigo ejecutante de la guitarra y una decena de instrumentos más, pusiera en funcionamiento un estudio de grabación en su casa: Luis Alfaro Rodríguez, sobrino de la leyenda viva, Roy Rodríguez. Alfaro llamó a otro de los músicos de casta del pueblo, Héctor ‘El Peky’ Romero, percusionista de Andrés Landero por más de 15 años, y con el apoyo de Gariel Romero, hermano de ‘El Peky, y de la Banda 16 de Agosto de San Jacinto, hizo la grabación del tema que en menos de 4 días de haber sido lanzado en las redes sociales, se ha convertido en un suceso musical que tenía tiempo no se veía en la tierra de la gaita.

Se espera que hoy, en la procesión con los santos patronos de San Jacinto, la nueva imagen de Santa Ana no vuelva a caer en una de las esquinas del pueblo, pues esta pródiga tierra no aguanta una sequía de 12 meses como la de 1983.

Link de la canción (https://youtu.be/ikj53QZ52J0)


Jorge Pérez, La Vaca.

Luis Pereira, “Licho”.

El profesor “Maxi”.

Alvaro Arrieta.

Héctor ‘El Mono’ Díaz.

 

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