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Santa Rosa recupera la calma: Harvis Bello y la Policía Nacional desarticulan estructura de microtráfico

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La madrugada comenzó con un silencio extraño en los barrios Los Olivos, El Fondo, Zapatico en Mano y El Sagrado. No eran los grillos ni el eco de la brisa serrana lo que marcaba el compás del amanecer, sino el rumor de botas firmes y voces cortas de mando. A esa hora, la Policía Nacional, en coordinación con la Fiscalía General de la Nación, irrumpía en las calles polvorientas para sellar un capítulo de violencia y miedo: la captura de “Los Olivos”, una banda que por meses envenenó a los jóvenes y se adueñó de las esquinas.

El operativo no fue improvisado. Nueve meses de investigación, escuchas, seguimientos y trabajo encubierto desembocaron en más de diez órdenes de allanamiento. Cuando el reloj aún marcaba la penumbra, ocho hombres fueron capturados y una mujer sorprendida en flagrancia. En las viviendas, convertidas en laboratorios improvisados, se hallaron gramos de marihuana, base de coca, celulares y los implementos con los que medían y distribuían la sustancia que cada mes dejaba a la banda más de 33 millones de pesos de renta criminal.

Los nombres de los capturados —alias “el Mono”, “el Marlon”, “el Lurvi” y “el Chino Matos”— resonaban ya en el pueblo. No eran ajenos, eran conocidos de muchos, con prontuarios que incluían homicidios, lesiones personales y porte ilegal de armas. La noticia de su caída corría de boca en boca como un rumor que traía alivio.

“Estamos dando golpes contundentes contra estas estructuras que no solo trafican drogas, sino que alimentan la violencia en nuestros territorios”, afirmó el brigadier general Gelver Yecid Peña Araque, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, al entregar el balance del operativo. Con su voz firme, dejó claro que la estrategia continuará, recordando que este año van más de 2.182 capturados por tráfico de estupefacientes en la región.

Pero la noticia no quedó solo en cifras y partes de victoria. El eco del operativo tocó la agenda del alcalde de Santa Rosa, Harvis Bello Elles, a quien en los corrillos lo llaman el “Bukele del norte de Bolívar” por su estilo de gobierno fuerte, cercano y con sello de autoridad. Bello Elles no tardó en aparecer, recorriendo las calles tras la captura, saludando a los vecinos y enviando un mensaje claro: “Aquí la seguridad no es discurso, es acción. Junto con la Policía estamos recuperando la confianza de la gente y limpiando a Santa Rosa de las estructuras criminales que la habían cercado”.

Los niños, que antes caminaban con temor frente al centro cultural o en los alrededores de los parques, volvieron a correr esa mañana. Las madres, aún incrédulas, miraban el paso de los uniformados con una mezcla de agradecimiento y esperanza. Santa Rosa amaneció distinta.

No era un día cualquiera: era el inicio de una nueva página en la lucha por recuperar la tranquilidad en el norte de Bolívar. Una página escrita entre el estruendo de los allanamientos, la voz firme de la Policía, y la presencia de un alcalde que ha hecho de la seguridad su carta más fuerte de gobierno.

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