La ciudad amanece con el alma rota. La noticia de la muerte de Luis Dionisio Ruiz, chef peruano de 30 años, ha golpeado con fuerza el corazón de Cartagena. Fue asesinado a plena luz del día en el barrio El Bosque, víctima de un intento de atraco que terminó por arrebatarle la vida y dejar un vacío irreparable en la comunidad gastronómica y entre quienes alguna vez probaron sus manos convertidas en arte.
Luis no era solo un cocinero. Era un apasionado del mar, un hombre que hacía poesía con los sabores del Caribe y del Pacífico. Con humildad y fuego en el alma, se abrió camino en los fogones de esta ciudad que, aunque no lo vio nacer, lo adoptó como uno de los suyos. Su sazón, aprendida en su natal Perú y perfeccionada en las cocinas de Cartagena, era un puente de culturas, un homenaje diario a los frutos del agua y a la memoria de los pueblos que saben contar historias con los platos.
El crimen ocurrió el pasado domingo, a las 2:35 de la tarde. Según informó la Policía Metropolitana, un hombre armado lo interceptó en una calle del barrio El Bosque. En cuestión de segundos, tras intentar despojarlo de sus pertenencias, le disparó y huyó. A pesar de los esfuerzos médicos, Luis falleció poco después en un centro asistencial. La Fiscalía asumió la inspección técnica al cadáver, mientras avanzan las investigaciones para dar con el responsable de este hecho atroz.
Detrás del titular de una nueva víctima de la violencia urbana, queda la historia de un joven noble, trabajador, lleno de sueños y con una sonrisa cálida que se volvió familiar en los mercados de Bazurto, en los restaurantes del Centro, en las cocinas donde enseñaba a filetear el pargo rojo o a preparar un ceviche con el respeto que exige la tradición.
Luis Dionisio vivía en Cartagena desde hacía varios años. Llegó con lo puesto, pero con mucho por ofrecer. Su talento no pasó desapercibido: fue parte de equipos culinarios en reconocidos restaurantes y dejó una huella imborrable entre colegas y comensales. “Era un hombre de palabra, servicial, generoso. Siempre estaba pensando en cómo mejorar un plato, en cómo hacer feliz a quien lo comiera”, recordó esta mañana uno de sus amigos y compañeros de trabajo.
La noticia ha causado una ola de dolor en el gremio gastronómico local, donde muchos aún no logran asimilar que la violencia haya silenciado una vida tan valiosa, tan luminosa. “No solo perdimos a un chef. Perdimos a un ser humano que creyó en esta tierra, que decidió sembrar aquí su esperanza y que fue arrancado de manera brutal”, dijo otra amiga.
La Policía ha reiterado que los hechos son materia de investigación.