-.”Porque el oro robado puede recuperarse, pero la dignidad de un barrió solo se rescata cuando la justicia llega, aunque sea sobre el humo de una moto calcinada y las huellas de la rabia convertidas en acción. En El Bosque, la mañana no terminó con miedo. Terminó con memoria”.
La mañana en el barrio El Bosque avanzaba con la rutina de siempre: vendedores ambulantes, estudiantes cruzando esquinas y el calor pegado al cemento. A las 10:15 a. m., dos hombres a bordo de una motocicleta rompieron la normalidad. Uno de ellos desenfundó un revólver calibre 38, apuntó directo al pecho de su víctima, y en segundos lo despojó de una cadena de oro, valorada en más de cinco millones de pesos. El otro, el conductor, aceleró la huida. Pero no contaban con que ese barrio —como muchos otros de Cartagena— ya no se calla.
Las voces alertaron. Las patrullas del cuadrante ya estaban cerca. En minutos, la Policía logró interceptar a los presuntos delincuentes, alias “El César” y alias “Eduard”, de 23 y 26 años. No estaban solos: la comunidad los reconoció, los señaló y los rodeó. Algunos, llenos de ira contenida, se fueron encima de ellos. Golpes, gritos, piedras. Una motocicleta prendida en llamas como símbolo de hartazgo colectivo. “El Eduard”, quien intimidó con el arma, fue trasladado a un centro asistencial con heridas visibles. El revólver fue incautado, con dos cartuchos sin percutir.
A los capturados se les imputará hurto calificado y porte ilegal de armas de fuego, mientras la Fiscalía define su situación judicial. Pero en la calle ya se sentía que algo había cambiado. No era solo justicia: era el mensaje que se envía cuando un barrio cansado decide no bajar la mirada.
“La justicia no puede nacer del desespero. Pero entendemos la rabia. El mensaje es claro: estamos aquí, actuamos y seguiremos actuando”, dijo uno de los uniformados que participó en el operativo.
La Policía Metropolitana de Cartagena informó que, en lo corrido del año, 526 personas han sido capturadas por hurto, y 431 armas de fuego ilegales han salido de las calles. La ofensiva continúa, pero el llamado es uno solo: no tomar justicia por mano propia, sino confiar y cooperar con las autoridades.