Hoy Cartagena respira tranquilidad. Lo que en años anteriores se había convertido en una noche de caos, ruido y temor —las temidas caravanas del terror— fue transformado en una jornada de convivencia y respeto gracias a la planificación, el diálogo y la autoridad ejercida desde la Administración Distrital.
El resultado no fue producto del azar, sino de una estrategia cuidadosamente diseñada por el alcalde Dumek Turbay, quien junto a su equipo de gobierno ha sabido combinar la firmeza en las decisiones con la apertura al diálogo ciudadano. Una autoridad que escucha, dialoga y, al mismo tiempo, hace cumplir la ley, es la que devuelve confianza en las instituciones.
La noche del 31 de octubre transcurrió en completa calma. Familias enteras salieron a las calles, los niños recorrieron los barrios con sus disfraces y la ciudad volvió a sentir que el orden también es una forma de celebrar. Ninguna caravana alteró la paz. Ningún acto vandálico empañó la fiesta.
El propio alcalde lo resumió en su reporte de medianoche:
“Gracias al esfuerzo conjunto entre todas las agencias de seguridad del Estado, Cartagena tuvo una noche de Halloween tranquila, segura y sin novedades.”
El operativo, coordinado entre la Policía Metropolitana, la Armada de Colombia, el DATT, la Secretaría del Interior, Distriseguridad y la Oficina Asesora para la Gestión del Riesgo, garantizó seguridad en avenidas, centros comerciales y puntos de alta afluencia.
El buen comportamiento ciudadano fue clave. Los moteros cumplieron los compromisos adquiridos y la comunidad respondió con civismo. La ciudad se comportó a la altura del momento.
El concejal Carlos Raad lo expresó claramente en su cuenta de X (antes Twitter):
“Buena esa. La caravana del terror solo quedó en anuncio. Celebramos la concertación y el golpe de autoridad de la administración, que permitió que los niños disfrutaran su noche de Halloween en paz, con alegría y sin miedo. Así es como se gobierna: con firmeza y resultados.”
Cartagena vivió una noche distinta: sin miedo, sin desorden, con alegría. Una muestra de que cuando la autoridad actúa con planificación y la ciudadanía responde con civismo, la ciudad gana en seguridad, convivencia y confianza.
Cartagena vuelve a dar ejemplo. El orden también puede ser una fiesta.

