Nacido un 19 de noviembre en San Jacinto, Bolívar, Eduardo Lora Lentino es un hombre que parece haber sido moldeado por los vientos cálidos y los paisajes sonoros de la sabana. Desde que era un niño, la música fue el lenguaje en el que se comunicaba con el mundo. Su padre, un músico autodidacta, le dejó la herencia sonora que Eduardo aprendió simplemente observando. Con la guitarra en mano y sin más maestro que la vida misma, empezó a darle forma a una pasión que pronto lo llevaría lejos de su pequeño pueblo natal.
La vida lo llevó a Barranquilla, la gran ciudad caribeña donde las melodías de vallenato, porro, salsa y cumbia se entremezclan en cada esquina. Aunque Eduardo soñaba con ser pianista, el destino lo encaminó hacia otro instrumento, el acordeón, con el que alcanzó su madurez musical. Junto a su hermano Juan Carlos, conformaron la agrupación Los Hermanos Lora, un dúo que hizo vibrar los escenarios más importantes de la costa y que incluso ganó el prestigioso Congo de Oro. Durante años, se convirtieron en sinónimo de alegría y tradición, participando en festivales y concursos de acordeón que reconocieron su indiscutible talento.
Sin embargo, Eduardo no se conformó con ser solo un virtuoso del acordeón. Su inquietud creativa lo llevó a explorar otros terrenos, a colaborar con grandes nombres de la música, como Iván Ovalle, Rafael Manjarrez y Chelito de Castro, y a expandir su versatilidad como arreglista, productor y director musical. Pero siempre, su corazón volvía a su origen: la juglaría de la sabana.
En los últimos años, Eduardo ha vuelto a sus raíces, redescubriendo la vieja usanza del acordeón que aprendió de los grandes maestros sabaneros como Andrés Landero. Su estilo, pulido por décadas de experiencia, resuena con el eco de una tradición que nunca muere. Pero ser fiel a la tradición no significa para Eduardo estancarse. Al contrario, la versatilidad ha sido siempre su bandera, y ahora lo vuelve a demostrar incursionando en un género que sorprende a quienes lo conocían solo como acordeonista: la salsa.
Eduardo ha lanzado su nueva propuesta musical, una salsa intitulada “El Gol”, una composición de su propia autoría que cuenta con los arreglos de Yesid Arzuza, trombonista de gran renombre en Barranquilla. Con este nuevo sencillo, Eduardo demuestra que la música para él no tiene fronteras. En cada nota de “El Gol”, se siente su pasión por explorar nuevos sonidos y su habilidad para adaptar su estilo a las exigencias de géneros diferentes.
La canción, cargada de energía y con un ritmo contagioso, representa la dualidad que Eduardo encarna: un hombre de la sabana, fiel a sus raíces, pero al mismo tiempo, un artista versátil que no teme experimentar con nuevos ritmos. “Vacilar la salsa”, como él mismo dice, es algo que lleva en la sangre desde que llegó a Barranquilla, y ahora, con “El Gol”, lo comparte con el mundo.
“El Gol” no es solo un título que evoca una jugada maestra en el fútbol; es una metáfora de la vida y la música de Eduardo Lora Lentino, un juglar que siempre ha jugado con el destino, marcando cada gol en su carrera con la misma maestría con la que toca su acordeón. Mientras lanza esta nueva faceta como salsero, sigue tocando, componiendo y cantando, y cuando le preguntan por su relación con la música, responde con esa determinación que lo caracteriza: “Hasta que la muerte nos separe”.
Hoy, mientras Eduardo sigue cultivando éxitos y explorando nuevos horizontes, se prepara también para lanzar su primer libro, “Corazón de Acordeón”, un testimonio de vida donde narra sus experiencias y reflexiones sobre su carrera musical. Aunque, como él mismo dice, no aspira a un Nobel, lo que le importa es dejar un legado para las futuras generaciones de músicos y juglares.
Así, Eduardo Lora Lentino sigue demostrando que la música, en todas sus formas, es su verdadero lenguaje, y que su carrera es un gol tras otro, un compás interminable que seguirá sonando por mucho tiempo en el Caribe colombiano.