Opinión

Inseguridad

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Cartagena, bella y única; fue un remanso de paz y alegría. Pero de un tiempo hasta hoy hemos visto aumentar la criminalidad en todas sus facetas. Algo que debió alertar a cualquier autoridad en el mundo fue el asesinato del fiscal de Paraguay Marcelo Pecci, en nuestra ciudad que otrora fue respetada hasta por los mayores jefes de bandas criminales, hoy es escenario de todo tipo de situaciones que deben avergonzarnos y pellizcarnos. Y, así como la  del fiscal Pecci, cada vida es importante.

Niños que mueren en una balacera en la calle, personas inocentes en cualquier lugar público y por supuesto, siendo una ciudad turística se ve mancillado su nombre con tanta inseguridad. Esto ya tiene visos que algo ocurre en nuestras narices y no lo estamos viendo. El Alcalde mayor, en casi 3 años de gobierno ve aumentar el número de homicidios por día y no se le ven medidas para salvaguardar la vida del cartagenero y del visitante. La sensación de inseguridad es enorme.

En las ultimas horas, hemos sabido de la posibilidad de un toque de queda y algunas restricciones, van a tener que hacerse lamentablemente, mientras la inteligencia institucional pueda lograr identificar que es lo que está pasando. ¿La pandemia sacó lo peor de nosotros ¿o ¿Los mensajes subliminales que cada uno puede hacer lo que se le de la gana?

Debemos defender nuestro “Corralito de Piedra” y eso debe ir acompañado tambien con políticas sociales que logren generar soluciones de formalidad en el empleo; que nuestros niños y jóvenes vayan al colegio.

La trazabilidad de la seguridad es más grande de lo que nos imaginamos. Seguridad de techo, comida, salud y educación son medidas de un pueblo para prevenir males mayores. Por ahora, aplaudo la posibilidad del control policivo, pero es fundamental atacar el mal de raíz dándole oportunidades de trabajo digno a la población. Atacar el hambre y buscar la manera de no dar “papaya” para no generar violencia reactiva.

Hoy con mucha gracia y picardía a raíz de los exabruptos en el cobro de algunos productos y servicios del turismo informal, las redes están inundadas de memes con las pobres mojarras más valorizadas que el dólar. Ese solo síntoma debería alertarnos y al Alcalde mayor con su equipo de trabajo, pues si no pone orden, uno de estos días tendremos una desgracia mayor cuando un cliente estafado tome la justicia por sus propias manos.

Controlar los embarcaderos informales y desordenados alrededor de hospitales es un mínimo requisito de una ciudad decente y turística. Pero ni eso han podido conseguir, resolver un lunar en el turismo quitando estas lanchas peligrosas para ir a Tierrabomba.

En fin, la criminalidad está a la orden del día en una ciudad que hoy los mayores vemos con tristeza de lo que fue: un remanso de alegría y paz.

 

 

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