Oderman Hernández, un cartagenero de 53 años con discapacidad motriz y física, vive una lucha diaria por recibir la atención médica que necesita. Hace seis años, un accidente cerebrovascular cambió su vida para siempre, dejándolo en una condición que requiere cuidados constantes. Sin embargo, en lugar de encontrar apoyo en su EPS, hoy denuncia que se siente abandonado por Coosalud.
Desde que el Gobierno Nacional intervino la entidad, dice que el servicio ha ido de mal en peor, afectando gravemente a pacientes como él, que dependen de la EPS para su movilidad y terapias. Su última experiencia fue el 27 de febrero pasado ñ, cuando, tras asistir a una sesión en Cemover, quedó varado sin transporte para regresar a su casa.
“Pedí el apoyo logístico desde el 17 de febrero y solo hasta el 27 me recogieron a las 6 de la mañana. Pero cuando terminé mi terapia a las 9, nunca volvieron por mí. No tenía dinero, no tenía cómo regresar. Tuve que pedir limosna para poder pagar mi pasaje. Me sentí abandonado”, relata con impotencia.
Oderman no solo alza su voz por su propio caso, sino por todos los pacientes en situación de discapacidad que enfrentan dificultades similares. Pide la intervención de la Personería Distrital, la Superintendencia de Salud y el propio presidente Gustavo Petro, a quien cuestiona directamente:
”¿Qué logró interviniendo Coosalud si ahora el servicio es peor? ¿Quién responde por los más pobres, por los que no tenemos otra opción?”
Vive en el barrio Blas de Lezo junto a su hermano, en la casa que heredó de sus padres, y desde allí enfrenta la incertidumbre de no saber si la próxima vez que necesite atención médica, alguien acudirá por él.
Su historia es solo una de tantas que evidencian la crisis que atraviesan los usuarios más vulnerables de Coosalud y la urgente necesidad de que las autoridades tomen cartas en el asunto. Este medio intentó contactar a la oficina de comunicaciones de la entidad, pero no obtuvo respuesta.