Foto de María Alejandra Jaques Bracamonte, conocida como La Mona.
La ciudad de Cartagena ha sido testigo de una serie de hechos violentos que han cobrado la vida de cuatro personas en un lapso menor a un día. Entre las víctimas se encontraba una mujer. Los incidentes ocurrieron en los barrios El Campestre (2), Olaya y Villa Grande de Indias.
Las personas que perdieron la vida en estos lamentables sucesos respondían a los nombres de María Alejandra Jaquez Bracamonte, conocida “La Mona”, Jorge Norvey Vásquez Torreglosa, Víctor Andrés Sequeda Valoyes y Bladimir Díaz Montoya.
“La Mona”, la cuarta víctima, fue atacada por un individuo armado en un local de máquinas recreativas, donde trágicamente perdió la vida. Se cree que era de origen venezolano y administraba el establecimiento donde ocurrió el hecho. Dicen vecinos que había sido amenazada.
También en el barrio El Campestre, Bladimir Díaz Montoya, un joven futbolista aficionado de 27 años, fue tiroteado varias veces por sicarios motorizados mientras transitaba cerca del patinódromo. A pesar de ser llevado rápidamente a la clínica del Bosque, no pudo sobrevivir a las heridas.
El tercer homicidio ocurrió en la entrada a Villa Grande de Indias 2, donde sicarios motorizados acabaron con la vida de Jorge Norvey Vásquez Torreglosa a las 03:10 de la tarde. Fue trasladado a la clínica Gestión Salud de San Fernando, donde falleció debido a la gravedad de sus heridas. La comunidad relata que el occiso se movilizaba en una motocicleta cuando el parrillero cayó repentinamente. Aunque lo asistieron pensando que tenía convulsiones, al revisarlo se percataron de tres impactos de bala en el tórax, y extrañamente no escucharon disparos.
El cuarto suceso sangriento tuvo lugar en el barrio Olaya Herrera, calle Papa Negro, en plena vía pública. A las 03:20 de la tarde, Víctor Andrés Sequeda Valoyes, de 23 años, fue asesinado por criminales en moto. También resultó herido Luis Torres Contreras, de 23 años, quien fue trasladado a un centro asistencial para recibir atención médica.
A pesar de estos crímenes, las autoridades aún enfrentan dificultades para contener la ola de sicariatos que azota a la ciudad de Cartagena.