Durante años, Julieth Castillo vivió con la idea de que tenía que acostumbrarse a su cuerpo. A la diabetes, a la hipertensión, al cansancio eterno y a las miradas de los demás. A la falta de aire al dormir. A los medicamentos. A todo eso que, poco a poco, le fue robando la alegría de vivir.
“Decía que quien me quisiera, tenía que quererme así”, recuerda. Pero en el fondo, lo que más le dolía era que ni siquiera ella podía quererse del todo.
Tenía 30 años y 108 kilos cuando decidió que no podía seguir igual. Que su vida merecía otra oportunidad. Que ya no se trataba de una dieta más, ni de buscar una talla, sino de vivir. De respirar sin miedo. De verse al espejo sin reproches.
Así llegó a las manos del Dr. Marcelo Ramírez Barrios, cirujano bariátrico y metabólico, con una filosofía clara: la cirugía es solo el comienzo; el verdadero cambio nace del amor propio.
Con el balón gástrico comenzó un proceso de transformación que cambió todo. En ocho meses, Julieth bajó 38 kilos. Pero lo más valioso no está en esa cifra. Hoy no toma ni un solo medicamento. Su diabetes tipo II desapareció. La hipertensión quedó atrás. Ya no se queda sin aire en las noches. Y lo más importante: volvió a encontrarse con ella misma.
“Soy otra. Salgo a caminar, preparo mi comida con cariño, peso mis porciones, descubrí que lo sano también es sabroso… y, sobre todo, entendí que sí puedo. Que merezco cuidarme”.
A pesar de trabajar en el sector salud, nunca se había detenido a pensar en su propia salud. Pero ahora sabe que cuidarse no es egoísmo, sino una forma profunda de dignidad. “El doctor Marcelo y su equipo han sido un apoyo incondicional. Más que médicos, son una familia que te guía y te acompaña”.
Hoy, Julieth no habla desde la estética, sino desde el alma. Desde el amor propio reconstruido con esfuerzo, con lágrimas, con nuevos hábitos y con el acompañamiento de un profesional que entendió que sanar también es escuchar, enseñar, abrazar.
Su historia no es solo una transformación física. Es una historia de renacimiento. De valor. De volver a quererse, con todo y desde adentro.