En el corazón de Cartagena, en el culmen del décimotercer congreso de Acodrés, resonó el nombre de un hombre cuyas manos culinarias han tejido un legado en los sabores del Caribe colombiano: Jesús Trujillo, el legendario “Chucho”.
La Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica (Acodrés), en un gesto de admiración y gratitud, alzó su voz para rendir homenaje a este maestro de los fogones. Su periplo comenzó en las calles de Santa Marta, donde Chucho, con apenas unas libras de ostras, camarones y calamares, sembró la semilla de lo que sería un imperio gastronómico. Su esposa Emmy Zuñiga ha sido parte esencial en su crecimiento como empresario y a ella le dedica todo su éxito.
Sus manos, hábiles como las de un artista, transformaron modestos ingredientes en auténticas sinfonías de sabor. Cada plato era un lienzo en blanco, sobre el cual Chucho pintaba con maestría, dotando a sus creaciones de una identidad única. La Ensalada Chucho, con su danza de camarones, pulpo, calamar y raya ahumada, es una oda al mar, una explosión de sabores que conquista paladares con su frescura y sofisticación.
Pero detrás de cada obra culinaria, Chucho sabe reconocer a sus fieles cómplices: sus empleados. Ellos han sido los artífices silenciosos, los guardianes de un legado gastronómico que trascendía fronteras. Porque no se trataba solo de platos exquisitos, sino de un amor profundo por la cocina, de un compromiso con la excelencia que se respiraba en cada rincón de sus restaurantes.
Desde aquella carreta de madera en El Rodadero, donde el aroma de ceviches recién preparados se mezclaba con el brío del viento marino, hasta los encantadores rincones de Donde Chucho Gourmet en el centro histórico de Santa Marta, el camino de Chucho fue un peregrinaje de sabores y emociones. Cada local, cada rincón, era un testimonio de su pasión inquebrantable por la culinaria del mar.
Y así, entre aromas y risas, entre el chisporroteo de las parrillas y el susurro de las olas, Chucho se erigió como un faro en la costa gastronómica de Colombia. Su legado no se limitaba a los platos exquisitos, sino a la magia de un espacio donde cada bocado era una experiencia única, donde el mar y la tierra se abrazaban en una danza de sabores.
En el corazón de Cartagena, en medio de aplausos y miradas admirativas, Jesús Trujillo, el chef “Chucho”, recibió un reconocimiento que no solo honra su trayectoria, sino que celebrala pasión que ha infundido en cada plato, en cada rincón de sus restaurantes. Fue un tributo a un hombre cuyas manos culinarias han forjado un universo de sabores, un cuento épico que perdurará en el paladar y en el alma de quienes tienen el privilegio de probar su arte.